En el resumen de la literatura alemana del siglo X nos hemos referido al poema Waltharius manufortis, redactado en latín sobre un argumento germánico, que trataron también los anglosajones. Lo escribió Ekkenhard, novicio del monasterio benedictino de San Gall, para su maestro Gerardo, que años después lo dedicaría a un obispo, sin especificar el nombre del poeta. Mil quinientos hexámetros, obra de un buen lector de Virgilio, integran el Waltharius; el tema, inspirado en una epopeya perdida del ciclo borgoñón, es el combate de Walter de Aquitania, prófugo de la corte del rey Atila, con once caballeros francos y luego con Gunther, su rey, y con Hagen, súbdito de Gunther.
Hagen, Walter y la princesa Hildegund de Borgoña han sido criados como rehenes en la corte de Atila; Hagen logra evadirse, y vuelve a la corte de Gunther; Walter y Hildegund, que se quieren, huyen también hacia el poniente, a caballo, por intrincadas selvas, con dos arcas de oro robadas al tesoro del rey, y al cabo de cuarenta días avistan la margen del Rhin. Pagan la travesía con un pez que Walter ha pescado; el pez llega a la mesa de Gunther; el botero, interrogado por éste, habla de los prófugos y del sonido del metal en las arcas. «Alégrate conmigo -dice Hagen, al oir estas cosas-, mi compañero Walter ha regresado de tierra de los hunos.» «Alégrate conmigo -dice el rey Gunther-, el oro de los hunos ha regresado.» Ordena a Hagen y a once guerreros que lo acompañen, y descubre a Walter y a Hildegund, en una gruta de los bosques, a la que conduce un desfiladero. Uno de los guerreros exige de Walter el tesoro, el caballo y la mujer, a cambio de su vida; Walter rehusa y, en once combates singulares, vence y da muerte sucesiva a los once guerreros. Anochece; Walter agradece a Dios la victoria y declara su esperanza de volver a encontrar, en el paraíso, a los hombres que ha debido matar. Uno de ellos es sobrino de Hagen. Al otro día, Hagen y Gunther atacan a Walter en el campo. Al cabo de otro duro encuentro, quedan fuera de combate; Walter ha perdido la mano derecha; Gunther una pierna y Hagen un ojo. Sic, sic, armillas partiti sunt Avarenses, «así se repartieron, así los brazaletes de los hunos», comenta Ekkenhard. Entre bromas por las mutilaciones que han padecído, Hagen y Walter hacen las paces. Luego se despiden; Walter reina en Aquitania con Hildegund. La fórmula haec est Waltherii poesis, «éste es el poema de Walter», semejante a das ist der Nibelunge not, cierra la obra.
En 1860, dos fragmentos de un Waldere anglosajón, escritos en dos hojas de pergamino, fueron descubiertos en Dinamarca. Datan, se conjetuta, del siglo VIII; su versión de la historia es más primitiva que la del monje de San Gall. En el Waltharius manufortis, Hildegund insta a su prometido a rehuir el desigual combate; en el Waldere, le recuerda que es capitán de Atila y que su espada es invencible, porque ha sido forjada por Weland.
Una obra polaca del siglo XIII ,-el Chronicon Boguphali Episcopi– registra asimismo la historia de la fuga de Walter.
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