El misterio de Salem ‘s Lot (STEPHEN KING)

SalemsLot3Stephen King se hizo famoso con Carrie (1974), la historia de una joven perseguida que posee terroríficos poderes destruc­tivos. Después de La semilla del diablo y El exorcista, la primera novela de King tuvo mucho éxito, como libro y como película. Rápidamente le siguió El misterio de Salem’s Lot (‘Salem’s Lot), un libro mucho más voluminoso, que es su homenaje a la leyenda de Drácula. Su marco es una pequeña ciudad de Nueva Ingla­terra llamada Jerusalem’s Lot («’Salem’s» como abreviatura), en la actualidad. Aquí una grande y vieja casa abandonada, «el lugar de Marsten», es ocupada por un misterioso recién llegado que resulta ser un vampiro de tipo clásico. El solitario señor Barlow gradualmente infecta a todo el pueblo con la enferme­dad del vampirismo, convirtiendo a sus 1.300 habitantes en una colonia de vampiros. El punto de vista cambia, pero la historia se cuenta principalmente a través de los ojos de Ben Mears, un escritor de 32 años que acaba de volver a la ciudad después de pasar su vida de adulto en otra parte.

Lo que convierte a este guión cliché en un cuento de te-rror muy efectivo es la elaboración cuidadosa de los personajes. Y esto no sólo se aplica a Ben Mears y la muchacha con la que establece una relación, puesto que aquí hay toda una comuni­dad que entra en contacto con lo sobrenatural, no un individuo o un pequeño grupo de infortunados. King se destaca en la descripción de la «gente sencilla»: amas de casa, adolescentes, el lechero local, el cuidador del cementerio, el administrador de bienes raíces, el maestro de escuela, el sacerdote borracho y, sobre todo, los chicos:

 

La puerta se cerró suavemente y su padre bajó en zapatillas por la escalera.

Se descubrió a sí mismo reflexionando –no por vez pri­mera– en la peculiaridad de los adultos. Tomaban laxantes, bebidas fuertes o píldoras somníferas para ahuyentar sus te­rrores y poder dormir, y sus terrores eran tan dóciles y domésticos: el trabajo, el dinero, ¿me quiere aún mi mujer?, ¿quiénes son mis amigos? Eran poca cosa en comparación con los te­mores que siente todo chico en su cama a obscuras, sin nadie con quien confesarse para encontrar una perfecta compren­sión como no sea otro chico. No hay terapia de grupo, ni psi­quiatría ni servicios sociales de la comunidad para el chico que debe hacer frente a lo que hay bajo la cama o en el sótano to­das las noches, lo que mira de soslayo, brinca y amenaza hasta más allá del punto al que llega la visión. Noche tras noche debe librarse la misma batalla solitaria, y la única cura es la osificación eventual de las facultades imaginativas, y esto es lla­mado la edad adulta.

 

El misterio de Salem ‘s Lot ha sido filmada, como prácti-camen­te toda la obra del autor (en este caso constituyó la base de una extensa película para la televisión dirigida por Tobe Hooper en 1979). Stephen King (nacido en 1947) es considerado como el novelista comercial de mayor éxito en la historia editorial de Estados Unidos, y la mayor parte de su popularidad se ha debi­do a su explotación de temas de literatura fantástica. No es un escritor muy original, pero es enormemente hábil. Sus novelas con frecuencia son descuidadas, pero tienden a contener siem­pre algo para todo el mundo, no sólo los ingredientes tradicio­nales del horror, sino caracterizaciones agudas, muchos ele­mentos del realismo cotidiano, un cálido sentimiento familiar, misterio, simpatía por los niños, aversión física (lo que a King le gusta llamar «lo repulsivo»), un excelente ritmo narrativo, hu­mor y un atractivo y familiar tono de voz. Su obra parece tener una seducción igualmente poderosa para lectores y lectoras, y ésta, sobre todo, es la razón de su colosal éxito de mercado.

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El hombre menguante (RICHARD MATHESON)

increble-hombre-menguanteUn año después de que esta novela apareciese como libro origi­nal en rústica, fue filmada por Jack Arnold con el título de paco­tilla El increíble hombre menguante. La película tuvo un éxito relati­vo, y desde entonces las reimpresiones del libro de Mathe-son han tendido a poner la palabra «increíble» en la cubierta. Esto es paradójico, pues la principal baza de Matheson es, de hecho, el grado de credibilidad que llegó a dar a una premisa absurda. Hay que olvidar la nube de vaporizador radiactivo que desenca­dena el inexorable proceso de contracción del protago-nista; sólo es un pretexto superficial de «ciencia ficción» para algo que es fundamentalmente una vigorosa fantasía psicoló-gica. Disfru­temos de los plausibles detalles domésticos que siguen, mientras el protagonista descubre que ya no es un hombre para su mujer y termina por convertirse en un escurridizo insecto debajo de los pies de ella. Toda la trama es como una fábula de Kafka en el marco de una Exposición de Hogares Ideales.

Mientras está de vacaciones haciendo un crucero en barco, Scott Carey queda expuesto a la radiación. Pocas sema-nas más tarde, empieza a perder peso y altura. Hace repetidas visitas al médico antes de dar la noticia a su mujer. Ella queda horroriza­da: «¿Menguando?… Pero, eso es imposible». Carey le confirma que es verdad. «No sólo estoy perdiendo altura. Cada parte de mí parece estar contrayéndose. Proporcionalmente.» Ya ha pa­sado de una altura de 1,82 metros a otra de 1,72. A medida que transcurren los días sigue contrayéndose, constantemente. Pasa por varios tests médicos, pero los facultativos están desconcer­tados. En la calle, los niños empiezan a tomarlo por otro niño, y se ve obligado a abandonar su empleo, mientras que su mujer sale a trabajar: «Permanecía a su lado, rodeándole la espalda con el brazo, deseoso de consolarla pero sólo capaz de mirarla al rostro y luchar fútilmente contra la abrumadora sensación de ser mucho más pequeño que ella». Es como si volviera a la in­fancia y su mujer se convirtiese en una figura materna.

Sin embargo, Carey no ha perdido sus impulsos sexuales de adulto. Cuando su mujer rechaza sus insinuaciones, se siente «endeble y absurdo comparado con ella, un grotesco enano que pretende seducir a una mujer normal». Cuando se contrae hasta una altura de menos de sesenta centímetros, su frustra­ción aumenta. Espía a una adolescente que ayuda en la casa, pero siente pánico cuando ella lo ve, y echa a correr como un niño travieso. Mantiene una breve amistad con la enana de un circo, pero hasta ella adquiere las proporciones de una gi­ganta a su lado. Pronto llega a tener apenas dieciocho centí­metros de altura, y vive en una casa de muñecas que su mujer le ha proporcionado solícitamente. Un día se aventura a salir al jardín, donde es amenazado por un enorme pájaro y arrojado al sótano a través de una ventana rota. Desde ese momento, Ca­rey no existe para el mundo; es demasiado pequeño para esca­par del sótano, que se extiende ante él como un terreno desco­nocido y lleno de peligros, y demasiado insignificante para hacerse oír. Ahora está enteramente solo, obligado a buscar ali­mentos como un Robinson Crusoe debajo de las tablas del sue­lo, aterrorizado por las arañas y siempre contrayéndose. Llega a ser tan minúsculo que puede trepar por una tela de araña y es­capar nuevamente al aire libre. Allí encuentra una sensación de paz bajo las estrellas: aprende a aceptar su suerte, mientras si­gue contrayéndose hasta llegar a nuevos mundos de encanta­miento y posibilidades.

Richard Matheson (nacido en 1926) es más conocido hoy por su trabajo en la televisión. Desde que escribió el guión para El increíble hombre menguante ha colaborado en la elaboración de muchas otras películas, incluyendo una notable historia de te­rror de Steven Spielberg, El diablo sobre ruedas (Duel) (1971). Pero ha seguido escribiendo otras obras, entre ellas una memorable novela de viajes por el tiempo titulada Bid Time Return (1975). Es uno de los principales escritores norte-americanos de literatura fantástica.

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Vivo o muerto (Varios)

Vivo o muerto es una apuesta de Tropo Editores por recuperar para la literatura un género tan clásico como los cuentos de vaqueros. Con prólogo de José Luis Borau (un artículo publicado en Heraldo de Aragón, en 1954) y Anselmo Núñez Marqués, en Vivo o Muerto hacen su especial homenaje al Spaguetti Western autores como los premio Nadal Francisco Casavella o Felipe Benítez Reyes, el argentino Norberto Luis Romero, Hilario J. Rodríguez, José María Latorre, o los aragoneses Carlos Castán, Manuel Vilas, Mario de los Santos, Patricia Esteban Erlés y Óscar Sipán.

“Pero los vaqueros son como nosotros querríamos ser. La gracia y la originalidad son virtudes poco masculinas. Estos hombres duros,  curtidos, nobles e impetuosos, hacen lo que nosotros habríamos querido hacer siempre en vez de sumar en una oficina,  estudiar un texto o poner una tuerca. Son independientes, valerosos, decididos, se juegan todo a la cara de una moneda y saben cantar canciones con una guitarra. No tienen problemas amorosos, que es una de las cosas que más odiamos los hombres. Ven una muchacha al llegar al poblado y ya saben que va a ser para ellos, que les va a querer. Hasta llegar al beso final no hay otro inconveniente que vencer a los bandidos, rescatar el dinero robado o adivinar quién mató a su hermano. Es decir, problemas sencillos, de los que se pueden resolver sin andarse en zarandajas ni complicaciones. Sólo con la fuerza y la destreza”.

JOSÉ LUIS BORAU
(Director, productor, guionista, actor, crítico de cine y académico de la RAE)

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LISTADO DE AUTORES:
PRÓLOGO JOSÉ LUIS BORAU Y ANSELMO NÚÑEZ MARQUÉS
José Luis Borau es director, guionista, actor, productor y crítico de cine. Actualmente compagina la p de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) y el sillón B de la Real Academia de la Lengua Española. Con “Brandy” (1963) arrancó su carrera en el cine y en un género: el spaghetti-western.
Anselmo Núñez Marqués es  licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Doctorado en Arte Contemporáneo. Autor del libro “Western a la europea… Un plato que se sirve frío”.
        
FRANCISCO CASAVELLA

Francisco Casavella inicia su trayectoria literaria a los 28 años con la novela El Triunfo (Versal, 1990, Premio Tigre Juan). A ésta le seguirán Quédate (Ediciones B, 1993), Un enano español se suicida en Las Vegas (Anagrama, 1997) y la novela juvenil El secreto de las fiestas (Anaya, 1997). Su última obra es la trilogía El día del Watusi (Mondadori, 2002), formada por "Los juegos feroces", "Viento y joyas" y "El idioma imposible", un fresco de la Barcelona, del último cuarto de siglo XX, desde el chabolismo del tardofranquismo hasta las Olimpiadas y los escándalos financieros de los 90. Fue guionista de Antártida, primera película de Manuel Huerga (1995), y en la actualidad escribe para distintos periódicos y revistas. Ha sido traducido a varios idiomas. En 2008 gana el prestigioso Premio Nadal con Lo que sé de los vampiros.
Dos de sus novelas han sido llevadas a la pantalla: Volverás (Antonio Chavarrías, 2002), adaptación de Un enano español se suicida en Las Vegas, y El triunfo (Mireia Ros, 2006).

FELIPE BENÍTEZ REYES
Poeta, novelista y ensayista español nacido en Rota (Cádiz). Excelente dominador del lenguaje, que abarca desde el neo-simbolismo de su primera época hasta la gran versatilidad de sus trabajos poéticos posteriores, está considerado como una de las voces más influyentes del panorama literario español. Es autor de los libros de poemas, Paraíso manuscrito (1982), Los vanos mundos (1985), La mala compañía (1989), Poesía (1992), Sombras particulares (1992, Premio Loewe), Vidas improbables (1994, Premio Nacional de Poesía 1996), Paraísos y mundos (1996), El equipaje abierto (1996) y Escaparate de venenos (2000). En todos ellos se ven influencias de los poetas de la generación del 27 (Lorca, Aleixandre, etc). Ha obtenido entre otros los premios, Luis Cernuda, Ojo Crítico, Loewe, de la Crítica y Nacional de Literatura. Su labor como novelista y ensayista es también notable, sobresaliendo su primera novela, Chistera de duende (1991).  Premio Nadal 2007 por Mercado de Espejismos.
HILARIO J. RODRÍGUEZ
 

Hilario J. Rodríguez (Santiago de Compostela, 1963) es licenciado en Filología Anglogermánica y en Filología Hispánica. Durante varios años dio clases de lengua, literatura e inglés en España, República de Irlanda, Gran Bretaña y Estados Unidos. Ha ganado varios certámenes literarios y ha publicado la colección de relatos Aunque vuestro lugar sea el infierno y muy recientemente la novela Construyendo Babel (editorial Tropismos). Como crítico 

cinematográfico, colabora con Dirigido por, Imágenes de actualidad o Abc, y es director adjunto de la revista Versión original. Entre sus libros, cabe destacar Eyes Wide Shut: Los sueños diurnos, Museo del miedo, Lars von Trier: El cine sin dogmas (finalista del premio al Mejor Libro del Año de la Asociación de Críticos Cinematográficos) y El cine bélico: Una propuesta de análisis (de próxima aparición en la editorial Paidós).
NORBERTO LUIS ROMERO
Norberto Luis Romero nació en Córdoba, Argentina (1951). Es director y profesor de cine. En 1983 publica en Editorial Noega, de Asturias, su primer libro de cuentos, Transgresiones, y en 1988 el mismo libro aparece en Argentina publicado por Alción Editora. Tras un largo silencio aparece en 1996 “El momento del unicornio”, en Ediciones Nobel, de Asturias, simultáneamente con su primera novela Signos de descomposición, en la editorial Valdemar, de Madrid, donde en 1999 publica su segunda novela “La noche del Zeppelín” y en 2002 la tercera: “Isla de sirenas”. En 2003 la novela “Ceremonia de máscaras”, en Laertes, Barcelona. En "Leaping dog press", Virginia, “The Last night of carnaval”, libro de relatos en traducción de H. E. Francis; y en 2005, "Editorial Egales" de Madrid, publica la novela “Bajo el signo de Aries”. En 2007, "Ediciones Amargord", en su colección de minilibros "1003 libros para cruzar la noche", publica el cuento Capitán Seymour Sea.

CARLOS CASTÁN

Barcelona, 1960. Es autor de los libros Frío de vivir (Zócalo, 1997;  Emecé, 1997;  Salamandra, 1998. Traducción al alemán: Gern ein Rebell. Nagel&Kimche: 2000), Museo de la soledad. (Espasa, 2000; Círculo de Lectores, 2001; Tropo Editores, 2007) y Sólo de lo perdido (Destino, 2008).

MANUEL VILAS
Manuel Vilas nació en Barbastro en 1962. Ha publicado la novela Dos años felices y una serie de relatos sobre la vida contemporánea reunidos en La región intermedia. Es autor de los libros de poesía El rumor de las llamas, El mal gobierno, Las arenas de Libia, El cielo y Resurrección (XV Premio Gil de Biedma). Autor de las novelas Zeta, Magia y España.
JOSÉ MARÍA LATORRE
Nacido en Zaragoza, actualmente reside en Barcelona. Coordina la revista «Dirigido» y dirige la colección de libros «Programa Doble». Colabora en revistas y periódicos de España e Italia sobre temas de literatura, cine y música y ha escrito dieciséis guiones para televisión a partir de clásicos de la literatura fantástica. Su guión para el cortometraje "El sistema de Robert Hein", a partir de un cuento de Pere Calders, obtuvo el premio de la Generalitat catalana.
Novelista, ha publicado cuentos en las revistas de España "Turia", ”Clarín” "La Mosca", "Revista de Literatura Rey Lagarto", "Quimera", "Penthouse", "Trébede", "Rolde", "Prima Littera" y cuentos que es hoy en día. Ella esgrime los siguientes argumentos para justificar un latrocinio tan especializado: “elemental, queridos, los libros de relatos son más fáciles de ocultar en  el bolsillo de un abrigo e infinitamente mejores que las novelas que se escriben actualmente en  aqueste país”. Espera  poder robar su primer libro publicado, “Manderley en venta” (TROPO EDITORES, 2008), en cualquier gran superficie o pequeña librería de viejo, a principios del próximo año. Premio Isabel de Portugal de Narrativa 2007,  Premio Universidad de Zaragoza de Narrativa 2007, Premio “Tierra de Monegros” 2007.
MARIO DE LOS SANTOS 
Nacido en Zaragoza, en 1977. Doctor por la Universidad de Zaragoza. Autor de las novelas Al final de la cebada (Zócalo, 2004) y "Cuando tu rostro era niebla" (Onagro, 2008). Ganador del Premio de Novela Fundación 2009 con "La brújula del universo" (Huerga y Fierro, 2008).
OSCAR SIPÁN.
Nacido en Huesca, en 1974. Galardonado en numerosos certámenes literarios, entre los que destacan el VIII Certamen Literario Alfonso Martínez-Mena 2008, de Alhama de Murcia, el XXXV Premio Ciudad de Villajoyosa 2007, IX Premio de Libro Ilustrado para Adultos 2006, que convoca la Diputación de Badajoz, el Premio “Don Alonso Quijano 2006, Málaga, el Premio Paradores de Turismo de España 2003, el Premio Odaluna de Novela 1998 de Albacete o el XVII Premio Isabel de Portugal 2002. Autor de los libros “Rompiendo corazones con los dientes” (Premio Odaluna, 1998), Pólvora Mojada (Premio Isabel de Portugal 2003), Leyendario (2004), Escupir sobre París (2005), Tornaviajes (2006, Premio Búho), Guía de hoteles inventados (Premio de libro ilustrado para Adulto 2006, Diputación de Badajoz), Leyendario, Criaturas de agua (2007). En 2008 publicará “Avisos de derrota” (Beca de creación, Ayuntamiento de Zaragoza 2008).
*****
Prólogo

 

 

             Hace dos años di por concluido un afanoso e inolvidable viaje de algo más de un lustro, en el que me propuse rescatar tempranas pasiones y en ello desentrañar el misterio de mi cinefilia adolescente.
             Recuerdo que el planteamiento inicial estuvo cargado de incertidumbres sobre el camino a seguir, pues descarté posibilidades como la de tomar la muy lejana ruta de Alderaán o la del Planeta Prohibido -antiguos anhelos-, quizá impelido por una cuestión de modestia tecnológica o de visado. Descarté igualmente aquella otra que conducía a la recóndita floresta de Sherwood o a las más exuberantes selvas de Mompracem, tal vez porque sentí haber rebasado ya la edad de las utopías libertarias o simplemente por evitar andar entre las ramas de una ficción definitivamente ajena, atendiendo a las mutaciones de un temperamento, el mío, cada vez más escéptico y reaccionario.
            Fue así que decidí buscar otras añoranzas no menos arraigadas, pero más cercanas, adentrándome en el territorio proscrito del Western patrio o mediterráneo, más conocido como Spaghetti Western. Bautizado así de forma maliciosa y despectiva por quienes elevaban a la categoría de Séptimo Arte sólo aquellos productos que consideraban representativos de la tradición o bien de la innovación, si se trataba de una determinada escuela o generación definida por su progresismo ideológico. Los mismos que con alambicadas justificaciones seudo filosóficas, moralistas y recurriendo de forma impúdica a un criterio tan subjetivo como el estético, terminaron por condenarlo al ostracismo, desatando una corriente menospreciativa sin precedentes. Un clima de opinión que afectó, incluso, al gremio de realizadores europeos, al punto de que un amplio sector renegara de esa caterva de atrevidos colegas que había osado recrear aquí, en el viejo continente, la iconografía del género americano por excelencia. (Recuerdo, con menos severidad, declaraciones como las de Damiano Damiani al subrayar –por si acaso- que su película “Yo soy la revolución” no era un western, pese a utilizar sin ambages todos sus clichés, además de otros surgidos de la chistera del inolvidable Sergio Leone).
           Elegí, en definitiva, ese camino, por todo lo dicho y porque las exigencias de nuevos tiempos cinematográficos, marcados por el desarrollo de los denominados “efectos especiales”, terminaron relegando al olvido, a vagar por las tinieblas de la historia del cine, a un género con el estigma de impostor.
           Sí, sopesando motivos relacionados con el carácter, se me antojó entonces que este era un rumbo prometedor: suponía ir contra corriente, afrontar causas perdidas y frecuentar poéticas decadentes (“En otro tiempo, si mal no recuerdo, mi vida era un festín en el que se abrían todos los corazones y en el que se derramaban todos los vinos”  resonaba Rimbaud).
            Asumí que para desmontar prejuicios y descifrar secretos habría de rehacerme a cada andanada desmitificadora. El compromiso requería convicción, la senda a seguir estaba desdibujada, pero yo conservaba en lo profundo de mi memoria y en el vértice de mi retina imágenes, y éstas me acercaban ese prurito arrebatado de infancia del que todos presumimos cuando nuestro físico nos la niega rotundamente.
            Como si de un viaje iniciático se tratara, me propuse participar de una historia pasada sin saber bien cómo, poniéndole a mi corazón freno y marcha atrás, para recalar en aquellas aventuras del Oeste vividas en el cine hacía treinta años. Y comencé por irrumpir en sus fotogramas rayados, visitando decorados mantenidos y rehabilitados por obra y gracia de asistencia, viejos y curtidos especialistas como Paco Ardura o Rafael Molina. Pero allí, el eco de voces pasadas, tan sordo como el crujir de la madera o el vaivén chirriante de sus puertas, transmitía una nostalgia fantasmagórica. Rastreé a pie algunos de los desolados parajes, ramblas, desfiladeros e incluso dunas de la geografía hispana por donde transcurrieron aquellas emocionantes galopadas, adornadas por el énfasis musical de Ennio Morricone, en busca de vestigios de antiguos ranchos, fuertes o minas abandonadas, pero entre la ventisca encontré ruinas y, en el peor de los casos, una magnificente soledad. E intenté capturar encuadres, localizaciones y realizar comparativas de escarpados perfiles paisajísticos mudados por la desgaste del tiempo (emulando -dicho sea de paso- la pericia de Carlo Gaberscek), aunque sólo alcanzara a ver y reconocer cuando cerraba los ojos.
            Y lejos de estar vacío en espíritu por tan sutiles hallazgos, me propuse -costase lo que costase- averiguar el paradero de aquellos héroes impertérritos y villanos despiadados que en algún momento, por exigencias del guión, tuvieron que abandonar aquel territorio, para colgar -como confesara Robert Hundar- el cinturón y el Colt en un clavo cercano a la puerta de sus casas. Aquella generación maldita de actores de rostro y de raza. Y sí, aunque no eran pocos los que habían quedado ya en el camino -y no precisamente abatidos por las balas-, encontré a otros soportando el anonimato con frágil dignidad y con el consuelo de estar vivos, pero derrumbándose en gratitud ante la simple y sincera manifestación de admiración. Lamentando y maldiciendo los derroteros de una industria que les fue olvidando al dar la espalda a ese género en el que terminaron encasillados. Ni siquiera esa experiencia, que fue un auténtico descenso a los infiernos, resultó prosaica o decepcionante, pese a asistir a sus anécdotas adulteradas y olvidos no deliberados, a sus rencores y rivalidades no disimuladas, a sus achaques y cicatrices mal restañadas. La silicosis que arrastraría de su primera época de minero, nunca fue impedimento para que un septuagenario Frank Braña presumiera de sus 17 fracturas acumuladas por saltar del caballo y realizar acrobacias y machadas propias de un actor que siempre dio la cara al riesgo, a la profesión; sin embargo, la traiciones sufridas le devoraban el hígado cada mañana.
           Aquel universo en el que la ficción y la realidad estaban tan engarzadas, que resultaba en sus arrabales, en sus reliquias, entre bastidores tan desconcertante y decadente a la par que apasionante, era el Spaghetti Western en estado puro. Extinto pero presente. Contenía definitivamente una arrebatadora carga poética, más allá de lo que intuí al comienzo del camino, a la que no pude resistirme. Y según lo previsto, me entregué a ese intento particular de rehabilitación a través del relato de lo que fue, de lo que fueron y de lo que dejó en mí. No obstante, cuando ya, reconfortado por el esfuerzo, se imponía el regreso, en aquel rojizo atardecer de la última página, sentí que había tenido que pagar un precio, el de haber latido tan cerca: aquella emoción vibrante, ingenua, contagiosa y vital que para mí había destilado el western desde su ficción, terminó por transformarse en taciturna melancolía. Quizá también atendiendo a las mutaciones de un temperamento, el mío, cada vez más escéptico y reaccionario.

 

             Pasados –como dije- dos años de aquella experiencia, tengo la fortuna de asistir como espectador de excepción, a esta nueva propuesta literaria de revisitación, que nos asalta con una consigna determinativa, “Vivo o muerto”. Un título que nos invita a frecuentar una vez más -desde la imaginación- aquella poética, a riesgo de hacernos partícipes de su decadencia y de una épica marcada por el exceso, la precariedad y el desafío de la existencia: Si estas vivo, dispara, de otra forma prepárate la tumba.
         “Vivo o muerto” proclama rotundamente, como en aquellos pasquines de SE BUSCA, la reivindicación de esta temática de la única forma posible, desde la dualidad  de un universo primario y salvaje en el que todo se divide o se encuadra en dos categorías. Si a esos extremos añadimos algunos de los rasgos distintivos del temperamento latino, tales como la pasión o la venganza, estos cuentos del Spaghetti Western prometen acercarnos el aroma y la aventura de una frontera no muy lejana, sin dejar a nadie indiferente.
            Por experiencia sé que no es fácil evocar y recrear con palabras un mundo que apenas necesitaba de ellas, tan elocuente en sus primeros primerísimos planos, en su laconismo sentencioso, en su aridez, en su letárgica desolación. Pero, la prosa luminaria de esta obra coral nos concede nuevamente la magia de sus imágenes y de su iconografía, proponiéndonos diversos caminos a seguir más allá de la realidad (también con historias posibles detrás de las bambalinas).
           Un regalo, en fin, que incita a quienes dormitamos con el sombrero calado hasta las cejas, a alzar la mirada, con lánguida cadencia, hacia ese nostálgico horizonte por donde siempre se pone el sol.

 

 

Anselmo Núñez Marqués

 

Juan Sin Letras. Una cruzada literaria.

Juan Sin Letras. Una cruzada literaria.

Viaje a la historia de la publicidad gráfica. Arte y nostalgia

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UNA HISTORIA IMPROBABLE Y OTROS TEXTOS (Francisco Garzón Céspedes)

Colección de la Abadía. Editorial Ciudad Gótica. 2006, Rosario – Argentina
104 páginas

ISBN: 978-597-030-1
"Una historia improbable y otros textos" reúne dos de las estructuras dramatúrgicas de uno de los maestros de la escena internacional: Francisco Garzón Céspedes: La obra en dos actos "Una historia improbable" y el guión del espectáculo para una actriz "Una gata única en el mundo"

La trascendencia de este libro es mucho mayor al sumar una síntesis de la teoría y la técnica de la concepción  y objetivos del sistema modular de dramaturgia y dirección escénica de Garzón Céspedes, expuesto con, y en torno a, "una historia improbable" y sus modulaciones posiblemente infinitas: y al tener como colofón su "definición ética de dramaturgia", dada a conocer en el Foro Iberoamericano de Dramaturgia 2005, llevado a cabo en Huelva, España.

El sistema modular de dramaturgia y dirección escénica consiste en estructurar una obra por módulos intercambiables, lo que origina un juego de trasposiciones de géneros para montajes que jamás se verán completamente pues a cada presentación la puesta se va renovando en distintas variaciones.

La crítica especializada señala que Garzón Céspedes ha logrado con su sistema modular: "vincular el texto al teatro definitivamente, echando a andar las tensiones y convirtiéndolo en drama de una manera neva. – Un nuevo modo de encarar los contenidos. – Un aporte renovador de la escena" (Tomado de la contratapa)

Francisco Garzón Céspedes es escritor,  dramaturgo, director escénico, comunicador, periodista, profesor, editor, investigador y teórico de la oralidad. Ha ganado el premio iberoamericano de teatro Ollantay. Es cubano español y actualmente radica en Madrid.

Este libro ha sido declarado de interés por la Comisión de Cultura de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación en Argentina.

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El gato sobre la cacerola de leche hirviendo (Manuel Valero)

I

Crítico Literario.- Buenas tardes, estimado Autor.

Autor.- Buenas.

Crítico Literario.-
Mi primera apreciación viene referida al hecho de que Ud. establece un
claro paralelismo entre el Autor y Dios, parafrasea al narrador bíblico
del Génesis, lo que le ubica semióticamente del lado de los escritores
omniscientes…

Autor.- …

Crítico Literario.-
… y para reforzar ese efecto, crea el artificio, la paradoja, de la
libertad de los personajes, libertad circunscrita no obstante a los
deseos de un Autor que, sólo en apariencia, se ha ausentado…

Autor.- Bueno, como he escrito, me quedé dormido en la cocina, …

Crítico Literario.-
“me dormí”, nuevamente otro bello símil tomado de la Biblia, el sueño
de Jacob, a través del cuál, Dios (o el Autor) manifiesta su Voluntad.
¿En qué personaje de la novela se ha metamorfoseado el Autor?¿Tal vez
en el rebelde Candelas?¿En el libertario Sirfrido?

Autor.- Bueno, el gato, del que toma nombre el relato…

Crítico Literario.-
Ah, …, el gato. Interesante apreciación ya que el zoomorfismo tiene
una extensa tradición literaria desde Esopo hasta Tomeo. Por eso, el
gato es el responsable de la multiplicación de los guiones, claro.

Autor.- …

Crítico Literario.- Es interesante, cuanto más se adentra uno en la compleja trama, más relaciones parece descubrir.

Autor.- ¡Camarero! A mí, casi que no me traiga la cerveza, se me ha puesto un tremendo dolor de cabeza.

Crítico Literario.-
Otra vía de aproximación a la temática central de su novela, es la idea
de Poder y la corruptibilidad de sus ejecutores. Querría preguntarle
por su pesimista visión del Hombre y la imposibilidad de redención que
obliga a la renuncia de cualquier forma de dominio sobre otro. Y sin
embargo, algunos personajes emplean con buen fin ese Poder.

Autor.- ¿Se refiere a la pareja fornicadora?

Crítico Literario.-
No, me refería al grupo de Candelas, pero ya que menciona el sexo, en
su novela parece darse un alto grado de promiscuidad, más aún, si me
permite, estos ayuntamientos se enmarcan fuera de cualquier relación
institucionalizada.

Autor.- Que no están casados, vamos.

Crítico Literario.- Si, eso mismo. Que no están casados, lo cuál parece implicar una desmitificación…

Autor.- La verdad es que creo que le da muchas vueltas a la novela.

Crítico Literario.- … es mi intención aclarar y desvelar aquellos aspectos que puedan resultar más oscuros para el lector.

Autor.- Pero, ¿Ud. cree que habrá alguna persona que sea incapaz de entender el libro?

Crítico Literario.- Mi trabajo es que nadie corra ese riesgo.

Autor.- ¿Y cree que hablando del sueño de Jacob aclara algo de lo que cuento?

Crítico Literario.- Pongo en valor su obra, por supuesto.

Autor.- Pero yo no quiero que tenga más valor que el que le de el lector.

Crítico Literario.- Ah, el lector; ése es otro aspecto sobre el que he reflexionado largamente…

Autor.- Disculpe, ¿Ud. se ha reído alguna vez leyendo El gato sobre la cacerola de leche hirviendo?

Crítico Literario.- He comprendido el uso que hace del humor como instrumento revelador de una realidad que trasciende.

Autor.- ….

Crítico Literario.- Pero, ¡¡Autor!! ¿Dónde va? Aún no hablamos de la alteridad en El gato sobre … ¡Maldita sea, otra entrevista que tendré que inventarme!

II

El
humor es subversivo. No hay dictadura u opresor conocidos por su
sentido del humor. Nada desconcierta más a los poderosos que la ironía;
la temen y persiguen. Si eres uno de aquellos a los que no les gusta
ver sus ideas puestas en solfa, aparta de ti este libro, no lo
entenderás, no te resultará fresco, divertido, sólo intuirás el feroz
ataque que se esconde tras sus páginas, inocentes en apariencia, y su
falta descabellada de trama, argumento o sentido.

Porque de eso
se trata: de una novela breve en la que cada cuál se organiza como
puede o sabe, aprovechando el vacío temporal de poder de un autor que
prefiere dormir a enderezar la acción, que renuncia a su poder dejando
un vacío que algunos se encargarán de arrogarse convirtiéndose en
oráculos de la voz dormida. Otros verán la oportunidad de asumir su
propio destino y otros, la mayoría, apenas notarán el cambio, sujetos
al dictado del autor, o de otros personajes, cumplirán las órdenes que
se les imparta, de donde quiera que vengan, cualesquiera que sean.

Los
primeros capítulos parecen traer inevitablemente a la memoria del
lector los seis personajes en busca de autor de Pirandello, pero, al
transcurrir la obra, al profundizarse en la peculiaridad de cada
personaje y en las dinámicas que van surgiendo entre ellos, los
aspectos existenciales ceden al paso a cuestiones más generales.
Rebelión en la granja parece una referencia más apropiada para El gato sobre la cacerola de leche hirviendo.

Pero aquí los animales han sido sustituidos por personajes de una ficción que lleva por disparatado título El gato sobre la cacerola de leche hirviendo
(ni el propio título escapará a las críticas de algunos de los
personajes de la obra), y las implicaciones políticas que pretendía
Orwell han ampliado sus miras a la sociedad actual, su razón de ser,
sus tiranías y manipulaciones (mejor aún, sus tiranos y manipuladores).
Y es que, tal y como ocurre en la ficción orwelliana, el vacío del
Poder es prontamente ocupado por una nueva casta dominante que replica
los vicios del pasado, que impone aún mayores sufrimientos a sus
antiguos camaradas. En este contexto, cualquier discrepancia es
aniquilada.

Y, a diferencia de lo que ocurre en Rebelión en la
Granja, donde una nueva ideología reemplaza a la anterior para que nada
cambie, los personajes huérfanos de Autor, gozarán del liderazgo de
quien asegura hablar en su Nombre, de quien actuará como medium e
intérprete, lo que se asemeja más al tipo de manipulaciones a que
estamos más acostumbrados hoy en día (la ficción de que nada ha
cambiado, aunque todo lo haya hecho).

Aparte de la
desconcertante trama, las reflexiones sobre el Poder, la Libertad o el
albedrío, conforman el núcleo central de la obra y no dejarán de
atrapar al lector en la trampa que el Autor le ha preparado. Será el
propio lector quien deba extraer las conclusiones, quien deba tomar
partido por las opiniones de los personajes, quien deberá implicarse en
su disputa. Y ese es uno de los mayores logros del Autor, lograr esa
complicidad con el lector, arrastrarle a dejar el plácido papel de
notario de una ficción para asumir el riesgo del pensamiento.

Pero
el humor bien entendido debe comenzar por uno mismo, y Manuel Valera lo
hace, en su faceta de Autor, un autor algo peculiar que, a ritmo de
jazz cae dormido permitiendo que su novela se desbarate con los locos
devaneos de sus personajes. En su nombre se construirán tapias, se
cometerán atropellos e iniquidades y, finalmente, será ninguneado por
sus personajes quienes se autodeterminarán para esquivar la palabra FIN
que cualquiera quiera imponerles. Valera recurre con ironía a la
clásica disquisición entre quienes sostienen que el Autor determina la
totalidad de la obra (quedando su grado de maestría acreditado por la
mayor o menor visibilidad de su innegable presencia) y aquellos que se
otorgan el papel de meros instrumentos de sus personajes, con vida
propia, resistentes a plegarse a los deseos de su creador, capaces de
pasar de un segundo plano al protagonismo absoluto. Aquí, el Autor
simplemente se duerme mientras la novela se escribe por sí misma. Los
personajes apenas son capaces de actuar entre tinieblas ante la falta
de un guión al que someterse y sólo los más lucidos lograrán vislumbrar
las oportunidades que esto supone.

No desvelaremos más de la
obra (mucho hemos dicho ya) pero se puede tener por cierto que
cualquiera que se acerque a ella encontrará diversión y originalidad a
partes iguales y, si lo desea, momentos para la reflexión sin por ello
perder la sonrisa. Para justificar el humor, a veces se le adjetiva de
“inteligente” como si pudiera existir lo uno sin lo otro; El gato sobre la cacerola de leche hirviendo es una buena prueba de ello.

Por
último, unas palabras para la editorial, Evohé. Por alguna razón, no
nos resultará extraño que un libro tan especial sea publicado desde los
extrarradios del gran mundo editorial, en una joven editorial que
compite con ancianas de venerables barbas y bolsillos repletos. Resulta
más fácil acudir a una gran feria internacional y comprar los derechos
de un libro que ya esté funcionando en otros mercados (\»mercados\», qué
palabra aplicada a los libros); es más fácil promocionar el libro de un
autor reconocido, comprar espacios en revistas y periódicos, negociar
con grandes cadenas de librerías, que asumir el riesgo de publicar un
libro como El gato sobre la cacerola de leche hirviendo. Que aún en nuestros días haya quienes crean en lo que hacen nos reconcilia con el futuro soñado.


Confieso que he leído

Viaje a la historia de la publicidad gráfica. Arte y nostalgia

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