1984 (GEORGE ORWELL)

1984 Esta inquietante narración acerca de las tribulaciones de un empleado de segundo orden en un Estado totalitario futuro nos ha proporcionado gran parte de la jerga política de la época. En efec­to, las expresiones «Thought Police» [«Policía del Pensamiento»], «Newspeak» [«Nueva habla»], «Ministry of Truth» [«Ministerio de la Verdad»], «Doublethink» [«Doble pensamiento»] y «Big Brother is watching you» [«El Gran Hermano te vigila»], fueron inventadas por George Orwell para este libro. Es sencillamente una novela que ha cambiado el mundo. Está escrita en un estilo comprensible, accesi­ble a millones de lectores, y al influir en la mente de esos millones de lectores, Orwell contribuyó decididamente a que sus obscuras pre­dicciones no se hicieran realidad. Naturalmente, muchas veces se ha señalado que al autor no le interesaba la predicción, sino que describió los sucesos de la década del cuarenta tal como acontecían, aunque exageradamente.

El libro no llevó en su cubierta el sello «ciencia ficción». Pero en­tonces, ¿con qué derecho lo calificamos como tal? En primer lugar, porque la acción se desarrolla treinta y seis años después de la fecha de su redacción y, en segundo lugar, porque algunos de los disposi­tivos tecnológicos que se utilizan para controlar a la población de la Zona Aérea Uno, del Estado de Oceania, el más importante de los cuales es la telepantalla (un televisor montado sobre una pared, que lo observa a uno aun cuando uno lo está observando), son del más puro estilo de la cf, y quizá de carácter predictivo (con cables de fi­bra óptica como los que tenemos en la década del ochenta, este artilugio podría convertirse en realidad). Los vínculos de la novela con la cf son más profundos y más fundamentales, sin embargo, que lo que estos detalles podrían sugerir.

Al igual que otros de su generación, Orwell (cuyo nombre real era Eric Blair, 1903–1950) fue influido por Wells. En su ensayo titu­lado «Wells, Hitler, and the World State», Orwell escribió lo si­guiente: «Fue maravilloso descubrir a Wells. Allí se encontraba uno en un mundo de pedantes, clérigos y sinvergüenzas … y ese hombre maravilloso que podía hablarnos sobre los habitantes de los planetas y sobre el fondo del mar, y que sabía que el futuro no se­ría lo que la gente respetable se imaginaba». Aunque luego Orwell criticó algunas ideas políticas de Wells, es evidente que considera­ba las primeras obras del escritor como una gran fuerza liberado­ra. Muchos otros escritores fueron influidos de la misma manera, a tal punto que en Gran Bretaña, y también en otros países, se creó toda una tradición de ficción «poswellsiana». A esta tradición con­tribuyeron con novelas y cuentos autores hoy olvidados, co­mo J. D. Beresford, S. Fowler Wright y John Gloag, y también otros más recordados, como Olaf Stapledon, Aldous Huxley y C. S. Lewis. Ninguno de sus libros se publicó como ciencia ficción, ya que dicha clasificación sólo empezó a utilizarse en forma regu­lar, de este lado del Atlántico, a comienzos de la década de los cin­cuenta. Si se les hubiera colocado una etiqueta que rezara «a la manera de Wells», hoy se conocerían como «romances científicos». La novela corta de E. M. Forster «The Machine Stops» (1909) era un «romance científico» que sirvió para rechazar la idea de que se podía perfeccionar la raza humana a través de la aplicación de tecnología moderna. Un mundo feliz, de Huxley (1932), era otro de esos relatos premonitorios. Ambos son ejemplos de antiutopía o «distopía». 1984, de Orwell, sigue esa línea y es, en verdad, la más lúgubre de todas las «distopías». Fue el ejemplo de Wells, tanto desde el punto de vista formal como temático, pero sobre todo el de­bate que Wells inauguró y que continuó a través de la obra de por lo menos una docena de autores, lo que hizo posible la obra maestra de Orwell. Para mí, 1984 es un libro, que, como Jano, mira en dos direcciones, porque, por un lado, es el último «romance científico» y, por otro, la fuente de gran parte de la ciencia ficción que le siguió. Resume las terribles experiencias de la primera mitad del siglo XX y arroja una larga sombra de temibles presagios sobre la otra mitad, nuestra mitad.

 

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Orwell, George [Eric Blair]
(Motihari, India, 1903-Londres, 1950) Escritor británico. De origen angloindio, en 1921 ingresó como oficial en la policía de Birmania, puesto que abandonó seis años más tarde debido a su repulsa hacia el régimen colonial. Tras una estancia en Francia, donde sobrevivió gracias a pequeños empleos, publicó sus primeros libros: Sin blanca en París y Londres (1933) y Días birmanos (1934). El autor se basa en ellos, como sucedería en todas sus obras, en sus propias observaciones y experiencias, y demostraba ya una clara posición de izquierdas. Las convicciones personales reflejadas en sus libros se materializaron en 1936 con su participación en la guerra civil española al lado del POUM. Fruto de esta experiencia fue Homenaje a Cataluña (1938), obra en la que refiere las tensiones y los enfrentamientos entre las fuerzas de izquierdas durante el conflicto. Este hecho dio lugar a posteriores reflexiones que fueron la base de dos de sus mejores obras: Rebelión en la granja (1946), fábula política sobre la revolución y cómo ésta, una vez instaurada, se vuelve en contra de quienes lucharon por ella, y 1984 (1949), visión dramática de los totalitarismos del futuro. Durante la Segunda Guerra Mundial sirvió en la Home Guard y publicó nuevos títulos, como El león y el unicornio (1941), cuadro de su país poco antes de la guerra, donde se muestra convencido de la posibilidad de una lucha del proletariado para hacer oír su voz entre la burguesía. Sus escritos y ensayos de esos años los recopiló en Inglaterra, vuestra Inglaterra.

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