El arte de escribir mal
Quien supiera redactar correctamente podría, en alguna ocasión, proponerse escribir mal; improvisando y violando algunas reglas. Tal vez lo hiciese creyendo que escribir mal es justamente eso: olvidar las reglas y actuar inconscientemente.
Nada más alejado de la realidad. La mala redacción está basada en un gran respeto a sus principios esenciales, los cuales son:
Ignorar al Lector
Obsesionarse con la forma
No repasar
"Escribir es recordar, pero leer también es recordar."
– Francois Mauriac –
Ignorar al Lector
Por lo general, una persona que desea escribir algo divide su mundo en tres grandes áreas: ella misma (como autor/a); el tema que quiere tratar; y los otros (el público). El autor, el tema y el lector forman un triángulo cuyas puntas deberían conectarse.
Una técnica frecuente, que utilizan los malos escritores, es mantener todos los hechos e ideas en el mismo nivel, dándoles el mismo énfasis, sin indicaciones sobre la importancia relativa y sin intentar una secuencia lógica. El uso de frases largas, que contengan muchas ideas débilmente relacionadas entre sí, también es un artilugio frecuentemente utilizado por estos autores. No indicar causa o efecto, ni distinguir entre las ideas principales y las subordinadas es uno de sus recursos preferidos.
Paralelamente, se encuentra el conjunto de las "reglas de desorientación" que evitan el uso de conectores como "además", "por otra parte" y "sin embargo". Así, los malos redactores dejan que la oración comience con un pronombre que se refiera a un sujeto muy lejano, o a uno francamente subordinado en la sintaxis.
Un mal redactor no tiene necesidad de citar ejemplos, ni casos concretos que orienten la imaginación del lector para comprender las afirmaciones generales y abstractas. Cuanto más complicado, inesperado e inconsecuente, mejor "suena". Escribir: "A está relacionado con B", "Entre E y P existe una relación" siempre es una tentación para los malos escritores. Cuanto mayor sea la dificultad del lector y más complejas sean las "operaciones mentales" necesarias para la lectura, más sentirá el autor que es "brillante": difícil y "no para cualquiera".
Omitir unos cuantos detalles (sobre todo esos que la mayor parte de los lectores necesitan saber) también suele dar esa sensación de "inútil poder" del que gustan los malos escritores. Piensan: "Si yo, como autor, tuve que descubrir estas cosas por el camino difícil, ¿por qué debería hacerlas fáciles para el lector? Si yo creé este símbolo desde una compleja asociación alfabético-pictórica, ¿por qué definirlo?". Sería como regalarlo, como darle todo servido al lector. Y si yo, autor, fui tan inteligente como
para escribir esto, lo menos que merezco es un lector a mi altura."
Obsesionarse con la Forma
"Si tu intención es describir la verdad, hazlo con sencillez y la elegancia déjasela al sastre."
– Albert Einstein –
Pecados capitales de la mala redacción son la sencillez y la precisión. Quien escribe olvidándose de su público evita ser específico y despliega toda la verborrea de la que es capaz, incluyendo muchas palabras y oraciones superfluas. La mala redacción utiliza las palabras para glorificarse en la idea y "sobre-escribirla". Una nube de palabras sirve para ocultar los defectos de la observación o el análisis. Bien por la oscuridad que provoca, o porque distrae la atención del lector.
Un autor obsesionado con la forma procurará incluir todos los gerundios, los adverbios terminados en "mente" y la mayor cadena de adjetivos posibles. ¡Qué mejor manera de aturdir al lector, que a través de un discurso ostentoso e hiperbólico! Lo florido y pomposo ciega al mal escritor tras una inexacta idea de "bello": una elegancia mal entendida.
Veamos algunos ejemplos:
1- Oración original: "La hora exacta del crimen es dudosa."
Aplicando las reglas de la redacción inefectiva daría: "Cabe mencionar que, en el caso de este preciso homicidio, hay lugar para una duda considerable respecto a la exactitud de la hora en que fue perpetrado tan cruento acto criminal.
2- Oración original: "Si salimos ahora mismo, llegaremos en una hora."
Aplicando las reglas de la redacción inefectiva daría: "Podemos afirmar, con una alta probabilidad de certeza, que si nos disponemos a salir en este preciso momento, arribaremos a destino en aproximadamente sesenta minutos."
No Repasar
Escribir apresuradamente, sin plan, volcando impulsivamente las ideas conforme aparezcan u ocurran, es la primera técnica de la escritura inefectiva. Sin planificación no es posible armar un discurso coherente. Re-escribir, o redactar más de una vez el mismo texto, es una experiencia desconocida para el mal escritor. Tal vez él piense que la estructuración mata su espontaneidad u -olvidando nuevamente al lector- ¿para qué ordenar o jerarquizar mis pensamientos si yo me entiendo perfectamente? Escribo lo que pienso… ¿pienso lo que escribo?
Regla de Oro para una Mala Redacción: no leer. Si el autor no se ubica en el lugar de su lector, difícilmente podrá comprender qué siente éste ante su relato. Quien no lee, difícilmente pueda llegar a escribir… para alguien más que para él mismo.
Fuente: http://cursos.itam.mx/jincera/SemTit-1/
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