LA OLLA DEL ORO (James Stephens )

La olla de oro

La olla de oro

The Crock of Gold.

Narración dpublicada en 1912. El mundo de los cuentos y de las sagas de Irlanda sirve de fondo tanto a ésta como a otras obras de contenido lírico y narrativo del autor. En un lugar silvestre viven dos filósofos, pero su vida se ve turbada por la índole de sus respectivas mujeres, a las cuales, sin embargo, ellos rodean de un inmutable afecto. Ambas dan a luz el mismo día, una de ellas un varón, Seumas Beg, y la otra una niña, Brigid Beg.

Con el paso del tiempo, a medida que aumenta la incomprensión entre sus padres, los niños se sien­ten cada vez más unidos. Un día, uno de los dos filósofos se siente cansado de la vida y empieza a dar vueltas sobre sí mismo, como si interpretara una frenética danza con un ritmo cada vez más rápido, hasta caer muerto.

Su mujer, que ahora ya no tiene a quien atormentar, se muere de aburri­miento. El filosofo superviviente es acusado de homicidio y encerrado en la cárcel. De los dos niños, no quedan huellas; han sido raptados. Todo ello fue obra de los “Leprecauns”, los gno­mos irlandeses, que han querido vengarse porque el filosofo, llevado de su desprecio por los bienes materiales, le ha revelado al agricultor Meehawl MacMurrachu el lugar donde se halla oculto des­de hace siglos su tesoro, una olla llena a rebosar de oro.

La lucha sostenida entre los hombres y los gnomos parece interminable. Finalmente, las mi­núsculas criaturas salen victoriosas y obtienen la devolución de la olla, a cambio de lo cual dejan regresar a sus casas a los niños y liberan al filósofo de la cárcel.

Es protagonista de una acción secun­daria, la hija del agricultor Meehawl, la graciosa pastorcilla Caitilin, a la que acompaña Pan, dios de los rebaños, que se apiada de la fealdad de ésta, y que más tarde, al tener que elegir entre Pan y el dios Angus Og, una luminosa figura espiritualiza­da por el amor y la piedad, escoge a este último. Durante el transcurso de ocasionales viajes al rei­no de los hombres, Caitilin concede a los angus­tiados mortales momentos de felicidad y alegría.

El voluntario sacrificio de Caitilin y su decisión en favor de la realidad superior del espíritu, así como las peregrinaciones del filósofo, que vuelve las espaldas al mundo, son representadas por Stepens como etapas simbólicas de la vida humana. La narración en la que abundan los aforismos y las sentencias, está sin embargo destinada a los mayores.