Escrita en 1921 y publicada en Berlín en 1922 por la editorial de emigrados rusos “Gelikon».
La obra, cuyo estilo vivo, brillante e imaginativo, oscila entre el mejor periodismo a la francesa – una veces con tonos y momentos de charlatán de feria, y otras veces proféticos – y la declaración programática, vio la luz tres meses después de la publicación de Las extraordinarias aventuras de Julio Jurenito .
Los enunciados “pro- ductivistas del protagonista de esta novela, dirigidos contra el arte puro, son el preanuncio de los desarrollos programáticos que se encuentran en Y sin embargo se mueve, y, en el plano colectivo, en las revistas “Vesc/Gegenstand/Objet”, organizada también en 1922 por E. en colaboración con El Lisicki. En este manifiesto de un constructivismo que los productivistas a ultranza, como Gan y Arvatov, consideraban ecléctico e invalidado por un latente esteticismo, Ehrenburg comienza invitando a los conservadores, académicos y pompiers del arte a escoger el medio más sencillo para “renunciar al mañana»: a morirse.
Invitar a la gente a morirse será una constante en la obra de Ehrenburg, y ayudarles a que se mueran realmente una constante en su biografía.
Tras afirmar que en 1920 ha adquirido una “visión nueva», en cada uno de los numerosos capitulitos en que se desarrolla la obra, E. invita a quienes actúan en las distintas ramas del arte a salir de sus torres de marfil, a participar directamente en la producción de los objetos de empleo cotidiano, a transformar la vida en un proceso creativo que debe conducir a la ya por aquel entonces teorizada “muerte del arte» como tal.
Una vida nueva, un hombre nuevo, exigen un arte nuevo, un nuevo mundo de hierro, cemento armado y cristal: el del constructivismo internacional que no adorna sino que organiza la vida con un máximo de funcionalidad. Dinamismo, ritmo, carrera, crónica periodística, cine, novela policíaca, y muerte de la estética tradicional: futurismo y meierholdismo, Charlie Chaplin y su vigorosa elaboración de los esquemas del movimiento.
Abolición drástica, de todas formas y de inmediato, de toda forma de arte- narcótico, de todo “arte vespertino destinado a distraer al hombre cansado*’, superviviente de trabajos alienantes. Final global del romanticismo, misticismo, impresionismo, individualismo y simbolismo, que deben ser substituidos, respectivamente, por salud-optimismo, claridad-maquinismo, armonía-colectivismo, sociabilidad-síntesis, y vitalidad-realismo. Proceso general hacia un nuevo arte internacional, colectivo y revolucionario. “Un arte construido de la forma justa sólo puede existir en el seno de una sociedad organizada de una forma racional”.
Pero, una vez constatada la incompatibilidad existente entre los hombres a los que la historia había confiado el cometido de construir una sociedad nueva después de la revolución de 1917, y los fines que se proponía la vanguardia histórica, Ehrenburg hubo de comprender que no habían nacido ni una vida nueva, ni un hombre de tipo nuevo, y aún menos socialista, en antítesis con el “impresionismo anárquico de la sociedad pequeño burguesa”. En sus memorias Gentes, años, vida, publicadas a principio de los años 60, el propio Ehrenburg definiría este libro como“ruidoso e ingenuo”