Conquista de lo inútil (Werner Herzog)

Conquista de lo inútil, de Werner Herzog

Conquista de lo inútil, nada menos. El título, promete.

Eso fue lo que pensé al encontrarme con este extraño libro, que se anuncia como un diario de rodaje del cineasta Werner Herzog y en el que a al postre el rodaje tiene un papel muy secundario, absorbido por el agobiante, infernal ambiente de la selva, ese organismo vivo que todo lo corroe y todo lo puede, sepultando en un exceso de vida cada brote de esa misma vida que pretende considerarse único y autónomo.

Conquista de lo inútil es la historias de una obsesión: la del director alemán Werner Herzog, que quiso rodar a su vez la historia de otra obsesión: Fitzcarraldo. El rodaje duró dos años. Dos años de mosquitos, peligros, enfermedades, distintas vicisitudes en las relaciones con los indios, con el gobierno peruano, con el gobierno ecuatoriano, con actores tan apocados como el primer protagonista, Jason Robarss, que no pudo soportar el rodaje y fue sustituido pro el demencial Klaus Kinski, quizás el único capaz de vivir en aquella locura de moscas, humedad, moho y demencia reconcentrada.

Esto es lo que cuenta el libro, que al fin y al cabo es un diario: las experiencias diarias y el diario combate contra las fiebres, la locura, la hostilidad de la selva a los europeos y la voluntad de subir, de veras, un barco a la montaña, porque Herzog no pensaba conformarse con rodar semejante escena sobre una maqueta. Tenía que subir realmente un barco, y tenía que ser en medio de la selva.

El resultado es una obra tremenda, casi dantesca, compuesta con tintes wagnerianos que llegan a lo lírico en muchos párrafos, pero a esa lírica germánica del crepúsculo de los dioses y la cabalgata de las Walkyrias, del Triunfo de la Voluntad y de los concierto de Brandeburgo de Bach sonando en el abandono de un lugar que bien pudiera estar en otro planeta.

Todo es nuevo, todo es distinto. Todo tiene su propio peso y su nuevo sabor, desconocido para las escalas europeas. Lo único que es universal es la obsesión y la voluntad. Aunque no sirva para nada. Aunque sea una conquista de lo inútil.

Grandioso.

La vida de los deseos (Thomas Glavinic)

La vida de los deseos, de Thomas Glavinic

Después de leer la anterior obra de este autor austriaco, Algo más oscuro que la noche , reconozco que me quedé con ganas de leer alguna otra obra suya. Por eso me apresuré a hacerme con la vida de los deseos en cuanto supe de su existencia.

La trama, en principio, sonaba bien, conociendo el gusto del autor por lo surrealista con tintes filosóficos: a un trabajador de una agencia publicitaria se le acerca un día un hombre, completamente borracho,  que en un banco público, mientras el protagonista come su apresurado almuerzo, le ofrece tres deseos.

Por supuesto, el protagonista lo manda a paseo, pero el hombre insiste, y para alejarlo le dice que sólo quiere uno: que se cumplan todos sus deseos en vez de uno. El borracho se lo concede.

Y aquí es donde viene, para mí, la primera sorpresa, porque nos e trata, como cabría esperar de que el cumplimiento de esos deseos acabe con él haciéndole la vida imposible. No, nada de eso. Os recuerdo que estamos con un autor de lengua alemana en general, y con Glavinic en particular, así que nunca a va a ser tan fácil. Nada es fácil en la literatura alemana: ni siquiera morirse tranquilamente en un sanatorio de tuberculosos es una cosa fácil, como saben los seguidores de Thomas Mann.

Sin entrar a contar lo que sucede, quiero advertir solamente que la novela tiene dos niveles: si te la lees mientras comes el bocadillo, entenderás una cosa, ligera y entretenida. Si te fijas en lo que el autor dice entre líneas, verás que en realidad la trama es mucho más complicada, más profunda, y más retorcida. Quizás un poco como esas cosas que pasan en Austria, donde un fontanero con bigote y buen vecino, tiene veinte años a su hija encerrada en un garaje, mientras se acuesta con ella ante el silencio de su esposa, que supuestamente no sabe nada.

No, no me regodeo en las desgracias de otros. Lo creáis o no, es un ejemplo muy bien traído para lo que pasa en esta novela con l0s deseos, su vida, su existencia propia, y lo que nos atrevemos a averiguar de ellos.

La vida del protagonista no es ni buena ni mala. Le pasan cosas a cierta distancia, como las que le suceden a cualquiera, pero de pronto los hechos se acercan, se aproximan a él, sin dejarlo ya al margen.

Totalmente recomendable.

 

 

El premio Nobel (Mois Benarroch)

La escritura y la locura no están nunca demasiado lejos, y algunos de los mejores escritores de todos los tiempos han sido tipos insoportables asentados sobre una lógica cuando menos dudosa.

En el Premio Nobel, Mois Ben

El Premio Nobel, de Mois Bernarroch.

arroch nos obliga a seguirle a través del humor, la ironía y una cruda acidez satírica a través de los devaneos de un escritor que se ha internado a sí mismo en un sanatorio mental y de uno de sus amigos, que se interesa por él para tratar de descifrar las claves de su mentalidad y su obra.

Como tema aledaño, o quizás central, la duda entre la popularidad y el trabajo bien hecho, el deseo de escribir para alguien sin llegar a doblegarse a los gustos del gran público, un público cada vez menos interesado en pensar en nada, y los celos entre los escritores, que se mienten sistemáticamente unos a otros sobre las editoriales, los contratos y los ejemplares que han vendido de su última obra.

A pesar de su brevedad, podemos encontrar en el premio Nobel a enfermeras que se divierten con la rarezas de sus pacientes, a extraterrestres que buscan sexo con cualquier bicho viviente, a esposas que dudan de si la literatura es una profesión o un pretexto y a toda clase de personajes, unos reales y otros ficticios, cumpliendo puntualmente con su papel en la farsa, demasiado real, para desaparecer en el momento adecuado.

En mi opinión, aunque el libro quiere parecer un divertimento humorístico, es una tremenda denuncia envuelta en falsas risas, acaso porque mostrarla a las claras fuese demasiado crudo.

Me recordó a la ilusiones perdidas, de Balzac, pero en clave de buen humor sefardita.

Si os acercáis a este libro, perdonad al autor sus pequeños deslices gramaticales: pensad en cómo lo hubiéseis escrito vosotros si vuestra lengua materna hubiese sido el castellano antiguo…

 

Podéis encontrarlo aquí, por ejemplo:

 

http://www.lulu.com/shop/mois-benarroch/el-premio-nobel/paperback/product-20473069.html

 

 

El compromiso (Sergei Dovlatov)

El compromiso, de Sergei Dovlatov

El compromiso es la tercera obra que he leído de este extraño autor ruso, y comparte con las dos anteriores, «los nuestros» y «la maleta» , la estructura fragmentaria, basada en contar pequeñas anécdotas o historias sueltas unidas por un único hilo conductor. En este caso, Dovlatov recorre las peripecias que iban surgiendo con los distintos compromisos que le encargaba el periódico estonio en el que escribía durante la época Breznev, en la Unión soviética.

Aderezadas de humor negro, las historias que conforman este libro son pequeños análisis del espìritu humano, en un momento y un país en el que las malas personas hacen el mal y las buenas personas son «las que hacen el mal, pero en cambio, no lo disfrutan».  La burla y la irreverencia brillan a todas horas como una constante universal, mientras el protagonista, alcohólico crónico como el propio autor, va buscando el modo de cumplir con su trabajo al tiempo que no pierde ninguna ocasión para «emborracharse a primera hora de la mañana y tener así el resto del día libre»

Quizás el rasgo que más me haya gustado del libro es lo profundamente enraizado que se encuentra en la tradición rusa, con sus antihéroes patéticos, sus soplones al gobierno, sus locos rematados que se olvidan de toda prudencia, y la solemnidad de e unas instituciones que tratan de imponer respeto a los demás mientras se sienten incapaces de tomarse en serio a sí mismas.

Los encargo que recibe Dovlatov son perlas de concentrado surrealismo: fotografiar a la dueña de la vaca que más leche a ha producido en el país, acudir al entierro de un líder político que no conoce y glosar luego su panegírico, entrevistar a una chica que no tiene nada que decir pero necesita ser entrevistada para poder regresar a su casa… y así sucesivamente hasta completar un conjunto que da a entender que son las gente y no los tiempos ni los regímenes políticos los que verdaderamente moldean el perfil de la existencia.

Bueno y breve. Totalmente recomendable.

El día de la lechuza (Leonardo Sciascia)

El día de la lechuza, de Leonardo Sciascia

Aunque el autor escribió esta obra allá por los años cincuenta, es ahora cuando tenemos la oportunidad de disfrutar de este magnífico ejemplo de lo que dio en llamarse literatura política. La fecha de composición de la obra es importante, pues en aquellos momentos aún se consideraba a la Mafia una organización del tipo de los Rosacruces, o la Santa Compaña: o sea, una especie de pequeña secta esotérica, cuando no una simple leyenda.

La novela nos habla de un pueblo de Sicilia, y de un crimen que se comete en la plaza mayor, cuando había cincuenta personas subidas al autobús y todos lo vieron pro la ventanilla. Sin embargo, nadie recuerda nada, y el jefe de carabineros, llegado de Parma, trata de romper el pacto de silencio de los sicilianos echando mano de toda clase de artimañas.

La novela evoluciona hacia la repercusión que eso tiene en las altas esferas y a medida que asciende el asunto se desdibuja y cobra otra clase de tintes.

Como siempre, es un placer leer a Sciascia, uno de eso escritores sagaces, observadores, perspicaces por naturaleza y por la experiencia recibida de un entorno donde la verdad es una especie de juego de niños al que a veces se juega, pero en el que nunca se cree.

Historia, condición humana y sociología en un sólo libro, ciento y pico páginas de letra gorda, que sin embargo valen nuestra más sincera recomendación.