(Grigorovo h. 1620 – Pustozersk 1682) escritor ruso.
Humilde cura rural, famoso por su celo religioso, se enfrentó con Nikon, el patriarca de la iglesia ortodoxa que había decretado la revisión de los textos sagrados y la renovación del ritual conforme al modelo de la iglesia griega. Deportado a Siberia, volvió a Moscú después de la caída de Nikon; pero el sínodo de 1666-67 condenó sus proposiciones.
Esta decisión ratificó definitivamente el cisma, y a partir de entonces los seguidores de A. (llamados «viejos creyentes») fueron considerados herejes. Exiliado a Pustozersk, A. fue quemado en la hoguera en abril de 1682.
Su autobiografía, Vida del protopope Awakum contada por él mismo (1672-75), llena de violentos ataques a los reformadores de la iglesia, narra sus experiencias de exilio y de prisión, describiendo con vehemencia populachera un terrible cuadro de las persecuciones de que fueron víctimas los «viejos creyentes».
En sus escritos (además de la Vida se conserva un voluminoso conjunto de cartas) A. utilizó, por primera vez en la antigua Rusia, el lenguaje hablado para conseguir efectos expresivos más eficaces, creando un estilo bastante original y concreto.