[Reise in die Schweiz von 1797 über Frankfurt, Heidelberg, Stuttgart und Tübinqen], Notas de Wolfgang Goethe (1749-1832), escritas en 1797, después de su tercer viaje a Suiza (sobre el primero y segundo, v. Cartas de Suiza y Viaje a Suiza en 1779); fueron publicadas póstumamente por Eckermann, en 1833, que las recoge, con otras anotaciones y algunas cartas, formando un conjunto de particular interés documental para la biografía goethiana.
Representan una obra en gestación, más que una composición artística. Este viaje, que comienza en Francfort, es un verdadero viaje de instrucción, en el que destaca la diligencia con que Goethe observa y anota. Gracias a ello nos es dado seguir paso a paso el trabajo de asimilación que él lleva a cabo: en Francfort no persigue ya impresiones personales, sino que con mirada objetiva y nueva se dirige hacia la técnica y la ciencia. También le interesa el teatro desde este punto de vista. Así pasa por Heidelberg, Stuttgart e incluso Schaffhausen, donde la cascada no le arranca ningún arrebato lírico, limitándose a observarla y analizarla minuciosamente. Todo el volumen está sellado por aquel espíritu particular que inspiró a Goethe la poesía «A la muerte de Mieding» (v. Poesías diversas) y se manifiesta en las páginas minuciosas sobre las producciones del estucador Isopi de Stuttgart, la técnica de la elaboración del vidrio, de los anteojos de larga vista, etc.
Sentía predilección por estos asuntos en parte porque le servían para sus trabajos científicos y, por otro lado, por una especie de admiración hacia el trabajo técnico realizado a la perfección y con afición. Con el mismo espíritu, dentro del campo cultural, visita en Stáfa la colección arqueológica de su amigo Meyer, con el cual Goethe comienza a trazar un plan para la fundación de los Propylden (v.), donde hallará el lugar debido la teoría estética discutida en aquellas conversaciones, de la que aquí sólo encontramos el esquema. Desde Stáfa, Goethe hace una excursión al San Gotardo, de donde contempla una vez más la tierra italiana, aunque sin nostalgia, pues sabe que la ha agotado en su viaje de 1786 (v. Viaje a Italia). De regreso a Weimar pasa por Nuremberg, y allí su espíritu no se abre al arte cristiano, que hasta mucho más tarde no entrará en su órbita (cfr. Viaje por el Rin, el Main y el Neckar).
En las cartas a Schiller se perfila la idea de un poema sobre Guillermo Teli (v.), que Goethe no realizará, pero que su amigo recoge y madura a través de su experiencia, para más tarde darle vida en su obra maestra dramática. Aunque de este viaje sólo se conservan escuetas anotaciones, tuvo una importancia esencial, como se refleja en algunas poesías. El propio Goethe, al reemprender sus trabajos sobre el Fausto (v.), pudo decir a Eckermann, refiriéndose al monólogo de los comienzos de la segunda parte: «Sin las frescas inspiraciones de aquella magnífica naturaleza no habría podido crear estos tercetos».
G. F. Ajroldi