Opera de Giuseppe Verdi (1813-1901), representada en el teatro de San Carlos de Nápoles en 1859. Clasificada entre los melodramas, consta de un preludio y diecisiete piezas en tres actos, sobre libreto de Antonio Somma (1809- 1864), que no es citado. El título actual fue cambiado durante algún tiempo por Una vendetta in domino, pero vuelto a usar después. El argumento, derivado del Gustavo 111 de Suecia de Scribe, fue tan cuidado por el mismo músico, que podía considerarlo igualmente suyo y sentirse muy satisfecho de él. Literariamente es uno de los peores. El conde Riccardo, gobernador de Boston, ama a Amelia, la mujer de su secretario Renato. Amelia lucha entre el amor y su deber de esposa. Una bruja, a la que consulta, le ordena ir, a medianoche, fuera de la ciudad, y a lugar oscuro, a buscar hierbas para arrojar del corazón la pasión insana. Riccardo también acude a ver a la bruja y sorprende el coloquio. Quiere que le prediga el porvenir, y así se entera de que ha de matarle la primera persona que le estreche la mano. Este es Renato, que le felicita por haberse salvado de una conspiración. Amelia obedece a la bruja. A medianoche, al lugar indicado, llegan Ricardo y Renato.
El conde huye, y ordena al otro que acompañe a la dama velada hasta la ciudad, sin indagar quién es. Los conjurados llegan también, y quieren saber a lo menos quién es la mujer. Renato defiende con la espada el incógnito; pero, al caer el velo, aparece la verdad, causa de desesperación para él, y de risas para los demás. El marido se vengará del amigo infiel. Entra en la conspiración: durante el baile de máscaras será él quien mate al conde. En vano Amelia quiere avisar a la víctima designada. Precisamente cuando, para alejar la tentación, el conde ha decidido mandar a Inglaterra al secretario con su mujer, Renato le da muerte. El conde muere perdonando y proclamando la inocencia de Amelia. La ópera abunda en melodías graciosas, dramáticas, inolvidables, y en piezas vigorosas, para solistas y conjunto. Por lo que se refiere al aspecto meramente musical, cuenta entre las más acertadas y cinceladas de Verdi. En cambio, como drama, carece de estructura orgánica y de la consiguiente vida de los personajes. Amor, celos y venganza son las tres notas más destacadas. Hay que recordar los trozos más famosos: «La rivedró nell’estasi», «Corsentimi, o Signore», «Di’ tu se fedele», «E’ scherzo od é follia», «Ma dall’arido stelo», «Non sai tu che se l’anima mia», «Oh qual soave palpito». Muy característica resulta la hechicera Ulrica con sus turbios y ansiosos motivos («Re dell-abisso», «Della cittá all’occaso»). El momento culminante de la acción, el terceto de Amelia, Riccardo y Renato, que desemboca en el concertado al final del segundo acto, es de gran intensidad, un improvisado cambio de la situación, amor, odio, befa, amenaza. Como otro momento cumbre, patético e íntimo, es el de la trágica fiesta: en el ritmo de la danza, Verdi insinúa una sutil melancolía, tanto que la alegre atmósfera poco a poco se vela de tristeza en el amargo adiós.
A. Della Corte