[Drei Abhandlungen zur Sexual theorie]. Obra del psiquiatra Sigmund Freud (1856-1939), publicada en Viena en 1905. Constituye uno de los pilares de la teoría psicoanalítica (v. Psicoanálisis) y a la vez uno de los puntos más discutidos.
La primera contribución, «Las aberraciones sexuales», tras un análisis psicológico profundo de estas perversiones del instinto, examina las tendencias sexuales de los neuróticos, partiendo del principio de que los síntomas histéricos no son más que el sustitutivo de una serie de procesos psíquicos cargados de tonalidad afectiva, como deseos y tendencias anormales, obstaculizados a través de un proceso subconsciente de «supresión», en la natural tendencia a la satisfacción en la actividad psíquica consciente. Estos complejos asociativos reprimidos tienden a descargarse mediante «conversión» en procesos Somáticos, es decir, precisamente en los síntomas histéricos. La técnica psicoanalítica permite explicar la preponderancia de las perversiones sexuales inconscientes y reprimidas en los neuróticos como dependiente de la incompleta evolución del instinto sexual infantil, es decir, como detención en una fase más o menos precoz del desarrollo afectivo. La segunda parte trata precisamente de «La sexualidad infantil», respecto de la cual Freud, remontándose a su propia experiencia psicoanalítica, afirma la importancia de sus primeras fases, propias del niño de pecho, y desarrolla la teoría del cambio del objeto sexual en relación con la edad.
Es ésta la parte más audaz y discutida de la teoría freudiana, a la que, sin embargo, el tiempo ha restado una gran parte del carácter casi perverso y demoníaco que se le atribuía en los primeros años de su aparición. La tendencia a la perversión es considerada, por tanto, como una disposición fundamental común del instinto sexual humano. En la primerísima fase predominaría la erótica bucal; en una segunda fase prepuberal está marcada por el predominio del sadismo y la tendencia a la introversión; solamente en la tercera fase la vida sexual está caracterizada por la participación de la zona genital verdadera, y a este período de la evolución sexual, además de sus posibles desviaciones, está dedicado el tercer ensayo «Las configuraciones sexuales de la pubertad».
V. Porta
Toda una generación debe siempre su libertad exterior a la libertad interior de un solo hombre; toda nueva ciencia empieza siempre con un primer sabio que ha hecho conscientes a todos los otros un determinado problema. (S. Zweig)
Nos regala, especialmente, algo de audacia; o, más exactamente, aleja de nosotros un cierto falso y molesto pudor. (A. Gide)