Tratado de Arquitectura de Filaretes

[Tratatto di Architettura]. Obra del arquitecto y escultor florentino Antonio Averlino, llamado Filaretes (hacia 1400- 1470), escrita entre 1451 y 1464 para Fran­cesco Sforza y dedicada después a Pedro de Médicis.

Divulgado en códices manuscritos, el texto original no ha sido publicado hasta época reciente y en forma no completa (Viena, 1869). El tema central del Tratado, que está subdividido en veinticinco libros y compuesto en parte de diálogos entre el autor, Francesco y Galeazzo Sforza, es la construcción de aquella ciudad ideal que fue el sueño (sólo parcialmente realizado, como en Pienza o en Ferrara) de tantos príncipes y arquitectos del Renacimiento. La ciudad imaginada por Filaretes — Sforzinda — tiene una planta en forma de estre­lla de ocho puntas y es descrita minuciosamente en el tipo de sus edificios públicos y privados: la catedral, el palacio del señor, el hospital, el gimnasio, las tiendas de los mercaderes y de los artesanos y así sucesi­vamente.

Notable es el proyecto de la casa de Filaretes, cuyo atrio se halla extraña­mente ornado de estatuas con figuras de artistas. El aspecto de las diversas construc­ciones resulta claro de los numerosos dise­ños del códice «magliabechiano» del Trata­do, que repiten, en curiosa mezcolanza, mo­dos de la Edad Media romanicogótica y del Renacimiento. La última parte de la obra constituye un tratado, por sí misma, sobre el arte del dibujo, la óptica, la perspectiva y la doctrina de los colores, calcado en su mayor parte de la obra análoga de León Battista Alberti (v. De la pintura), pero con alguna noticia técnica interesante. Ingenio voluble y vanidoso, Filaretes se da por continuador de Vitruvio y de Alberti y di­vulgador del nuevo verbo de la arquitectura del Renacimiento en Lombardía. Es más, muestra su aversión por el gusto gótico y por el empirismo constructivo medieval, al que contrapone el ejemplo y las normas precisas de la «manera antigua».

Pero en realidad su entusiasmo por la Antigüedad, a la que transfigura fabulosamente como el autor del Sueño de Polifilo (v.), es de natu­raleza romántica, y su mentalidad sustan­cialmente empírica se mueve todavía den­tro del gótico del siglo XIV, como lo de­muestran las concesiones estilísticas de sus proyectos y hasta los temas de las ficticias decoraciones, de carácter profano y alegó­rico, de los palacios de Sforzinda. El tra­tado ofrece de todos modos notable valor de fuente para la iconografía y la historia del arte, pues contiene muchas noticias so­bre artistas y colecciones de arte del tiempo y obras ahora perdidas; en este aspecto también Vasari lo utilizó abundantemente, aun pronunciando un juicio muy severo contra él. La obra de Filaretes, testimo­nio de un culto exterior y superficialmente erudito de la Antigüedad, tuvo vasta pero no duradera fortuna y fue traducido a la len­gua latina por Antonio Bonfini di Ascoli, por encargo del rey de Hungría, Matías Corvino.

G. A. Dell’Acqua