Tratado de Amores de Arnalte y Lucenda, Diego Fernández de San Pedro

Novela del autor español del siglo XV, Diego Fernández de San Pedro, conocido generalmente con el nombre abre­viado, Diego de San Pedro, escrita en forma de cartas y razonamientos, técnica utilizada también en su obra fundamental, Cárcel de amor (v.), en cuya dedicatoria alude al presente Tratado… Esta obra de Diego de San Pedro tuvo un éxito editorial extraor­dinario.

La primera edición es de 1491, im­presa en Burgos, a la que siguen otras dos en Burgos (1522 y 1527) y una en Sevilla (1525). A lo largo del siglo XVI la encon­tramos cuatro veces editada en italiano, sie­te en francés y cinco en inglés (las dos últimas inglesas son ya de principios del siglo XVII). Posteriormente ha sido editado por Foulché-Delbosc en «Revue Hispanique» (tomo XXV, 1911). El éxito editorial de la obra de Diego de San Pedro es comparable al que puede tener en nuestros días un no­velista de moda, pues esto era nuestro au­tor. La obra está dedicada a las «virtuosas señoras» de la reina doña Isabel. Era a las damas a quienes precisamente gustaban el estilo y los temas de Diego de San Pedro.

Veamos cómo nos introduce en la acción: «Este verano passado (más por la agena necessidad que premia de voluntad mía) oviesse, señoras, de hazer un camino, el cual desta nuestra Castilla me convino alle­gar. E quando el largo caminar entre ella et mi mucha tierra entrepusisse, falléme en un gran desierto, el qual de estraña soledad y temeroso espanto era poblado». Esta intro­ducción nos revela ya el carácter eminen­temente libresco de la obra. Mientras anda perdido ve un humo y se dirige allí. Y antes de la puesta del sol llega a una mansión pintada de negro. Allí encuentra a un caba­llero con vivas señales de dolor en el ros­tro, vestido también de negro, al igual que las otras gentes que le acompañaban. A la entrada de la mansión hay un rótulo que dice: «Esta es la triste morada/del que mue­re/porque muerte no le quiere». En la man­sión todo es dolor; por la noche el visitante oye los gemidos y lamentos de sus mora­dores.

Al día siguiente, el caballero le pre­gunta por su Alteza la reina, dando pie a que el autor la alabe con unos versos. Viene entonces ya la causa del dolor. Arnalte, que éste es el nombre del caballero vestido de negro, en el entierro de un caballero se enamora de la hija del difunto, Lucenda. El caballero empieza por explicarle su ori­gen y «naturaleza»: él es de Tebas, con lo cual la personalidad del caballero se funde por nacimiento con el lugar ideal de estas narraciones que al igual que las caballeres­cas habían mitificado y convertido en luga­res ideales los países clásicos. A continua­ción le narra la manera como se dirigió a Lucenda, ya en forma de carta, él directamente, ya interviniendo parientes y con­trincantes, ya exponiendo los razonamientos que se hacía. La novela se va convirtiendo en un tratado de materia amorosa, en el que se analizan las situaciones y efectos y en la que los episodios tienen sólo un valor totalmente relativo.

Tratado de amo­res… entra dentro del género de la novela amorosa o erótica, género que al igual que la novela caballeresca irritaba a Luis Vives, que condenaba sin concesiones, y que no acertaba comprender por qué motivos gus­taba, a no ser por su carácter esencialmente sensual. Por otra parte, la técnica del autores eminentemente afectada y efectista. La novela quiere plasmar las situaciones de la poesía amorosa tradicional.

A. Comas