[Tutto per bene]. «Grotesco» en tres actos de Luigi Pirandello (1867-1936), estrenado en 1920. Martino Lori, que tiene una única hija, Palma, y una sola veneración, la de su mujer muerta, de improviso se entera de que su mujer le traicionó y de que el científico Manfroni, quien ha tenido para Palma tantas atenciones, hasta el punto de dotarla espléndidamente con motivo de su matrimonio, no carecía de razones para hacerlo, ya que es su verdadero padre.
Todos lo saben, y sonríen con falsa comprensión ante el comportamiento de Martino, que durante varios años, ignorándolo todo, no se ha dado cuenta de nada. Quisiera librarse de esta sentencia de la opinión pública e intentar una venganza. Pero nadie prestaría fe a la venganza de una ofensa que hace veinte años se cometió, si matase al hombre que lo traicionó, y si revelase, como podría muy bien hacerlo, cosas que, descubiertas, provocarían el inmediato descrédito de Manfroni en el mundo científico, nadie creería a un marido traicionado tan notoriamente. Todas las armas caen de sus manos. No le queda, pues, más remedio que continuar tolerando con plena conciencia una situación ya inmutable y sancionada por la voz pública. «Todo para bien» es el lema de Pangloss (v.).
Y la moral pirandeliana lo hace suyo, prestando a estos casos entresacados de la crónica mundana sus soluciones urgentes, sí, pero provisionales, en espera de una tragedia apasionada que los trunque o de una religiosidad que los redima. (Premio Nobel 1934.). G. Guerrieri
Otra vez, en estos dramas que hemos llamado realistas, se cae en el extremo opuesto al del intelectualismo, en la materialidad del hecho, como en Todo para bien, extraído también de una novela en la que el protagonista no llega a personaje dramático y poético, y, en vano, dándose cuenta de esto, al partir «casi imbecilizado», intenta, con las palabras y con el gesto, el amargo sarcasmo que no pasa de superficial. (B. Croce)