[Satyry]. Publicadas en dos grupos, en 1779 y 1784, constituyen la principal producción del poeta polaco Ignacy Krasicki (1735-1801), obispo de Warmia, capellán y amigo del último rey de Polonia, Stanislao Poniatowski. Con un agudo sentido crítico, a veces penetrado de amargura leve, pero más frecuentemente movido por un indulgente espíritu de comprensión, el poeta examina los aspectos de la sociedad de su tiempo, considerándolos con humorismo jocundo y benévolo.
Abundan insospechadas inversiones de situaciones que, con el contraste imprevisto, provocan una risa espontánea. Así, en la sátira «Al Rey» [«Do Króla»], que inicia el primer volumen, lo que se presentaba como una extensa acusación sobre los defectos del soberano termina repentinamente con un panegírico de sus virtudes. En la «Mujer de moda»l [«Zona modna»] una mujer, apenas casada, trastorna la casa con mil inútiles y estúpidas novedades. Y en la titulada «Embriaguez» [«Pijantswo»], que es una de sus sátiras mejores, el espíritu del poeta estalla alegremente cuando, tras un largo discurso, en el cual un beodo reconoce su defecto y va enumerando a uno de sus amigos todos los inconvenientes de emborracharse, se despide de su interlocutor, y cuando éste le pregunta: «¿Adonde vas?», responde: «A beber». Otras veces emprende Krasicki intentos moralizadores; el autor, como representante de la Ilustración polaca, ve constantemente en la religión católica la mejor instrucción. Así, en la sátira «El mundo corrompido» [«Swiat zepsuty»] el poeta censura a la sociedad, ofuscada por superficiales esplendores, disoluta e hipócrita, que no respeta ni siquiera el sagrado vínculo del matrimonio. En «Vida de corte» [«Zycie dworskie»] nos ofrece una pintura de la vida en que él mismo participaba, hecha toda ella a base de adulaciones, intrigas e hipocresía.
Finalmente, otras son representaciones irónicas de diversos tipos, captados en sus aspectos más característicos, y entre ellas figura el «Sabihondo» [«Madrek»], en la que se representa al joven brillante que ha estado en el extranjero y que por ello se considera superior a todos y el único capaz de criticar y burlarse de todo cuanto hasta entonces era respetado. Las Sátiras de Krasicki constituyen el renacimiento de la literatura polaca en el período ilustracionista, después de una época pobre e infeliz. Educado de acuerdo con el gusto de la poesía clásica francesa y de las ideas que provenían de la literatura occidental, el poeta une al buen sentido su natural humorismo y una refinada elegancia que se revela en la lengua purísima y en la perfecta versificación.
W. de Andeis