[Relazione del primo viaggio intomo al mondo]. Conocida obra de Antonio Pigafetta (1491-1534), publicada en 1522 en versión francesa, probablemente sacada del manuscrito que se encuentra en la Ambrosiana, sobre el que se hicieron las ediciones siguientes.
Es la fuente más completa y más importante de noticias sobre la primera vuelta al mundo efectuada por Fernando Magallanes (Fernáo de Magalháes, 1480-1521). La expedición, cuyo objetivo era alcanzar las Molucas e iniciar el comercio español de las especias, hasta entonces monopolizado por los portugueses, salió de Sevilla el 10 de agosto de 1519 y alcanzó en América meridional la latitud de Río de Janeiro; se puso en busca de un paso hacia el océano Pacífico explorando cuidadosamente cada ensenada de la costa sudamericana, hasta el puerto de San Julián, donde se detuvo para invernar. Después de una cruenta rebelión de la tripulación y la pérdida de una nave, descubrió una ensenada al Sur (el actual estrecho de Magallanes), e internándose en ella por obstinación de Magallanes, contra la opinión de gran parte de sus compañeros, encontró al fin el paso buscado.
Salió al Pacífico el 28 de noviembre de 1520 y se dispuso a atravesarlo en diagonal. Fue una travesía larga y terrible, y sólo después de mil dificultades y sufrimientos y de tocar en las islas Marianas — llamadas por ellos «islas de los ladrones» por la rapacidad de sus habitantes — descubrieron un archipiélago, las actuales Filipinas, a las que dieron el nombre de islas de San Lázaro. Algunos de los soberanos indígenas de dichas islas los acogieron amistosamente, e incluso uno se dejó convertir al cristianismo; en cambio, otros se mostraron hostiles y uno de ellos, particularmente feroz, incitó a los suyos a pasar a cuchillo a los blancos; en la pelea quedó muerto, con muchos otros, el mismo Magallanes, que había quedado atrás para permitir a los demás que se salvasen en chalupas.
Los supervivientes, después de abandonar una nave, continuaron explorando las Filipinas, aunque carentes de capitanes expertos, tocaron también en Borneo y llegaron finalmente, el 8 de noviembre de 1521, a las Molucas, donde, acogidos amistosamente por los nativos, cargaron las naves de especias. La noticia de que una expedición portuguesa se preparaba a atacarles y un boquete abierto en la nave almirante, la «Trinidad», indujeron a la expedición a separarse; de las dos naves que quedaban, la «Trinidad», ya separada, puso rumbo hacia el istmo de Panamá; pero apenas había recorrido quinientas leguas, se vio obligada por el hambre y los vientos contrarios a volver a las Molucas, donde encontró a la expedición portuguesa, que la incendió y destruyó, y luego apresó a la tripulación, parte de la cual pudo volver a su patria después de infinitas peripecias.
La nave incólume, la «Victoria», que zarpó el 21 de diciembre de 1521 de las Molucas, cruzó con grandes penas y fatigas el océano índico y, después de doblar el cabo de Buena Esperanza, llegaba finalmente, el 6 de septiembre de 1522, al puerto de donde había zarpado casi tres años antes, después de haber recorrido cerca de 14.600 leguas y efectuado el primer viaje de circunnavegación alrededor del mundo. La expedición tuvo una importancia histórica, pues no sólo descubrió el paso entre el Atlántico y el Pacífico, sino que demostró, aunque vagamente, la amplitud del Pacífico, y confirmó la exactitud del proyecto de Colón de alcanzar el Levante navegando hacia Poniente. La relación de Pigafetta — uno de los supervivientes que volvieron con la «Victoria» — nos demuestra que fue un hombre de discreta cultura y enorme curiosidad, y es interesantísima por la exactitud casi científica, sorprendente para su época, de las observaciones hechas por él en los países explorados, desde la fauna y flora hasta la meteorología, desde las costumbres hasta el idioma y las instituciones políticas. Su lenguaje, lleno de idiotismos venecianos, tiene un sabor arcaico que no carece de encanto.
P. Gobetti