Último tratado filosófico- teológico del franciscano inglés John Duns Scoto, llamado «Doctor subtilis» (1266/74-1308); corresponde a los últimos años de su prodigiosa actividad y representa el punto culminante de su genio, en el que, según los teólogos, «levavit se supra se»: «se superó a sí mismo». El título equivale a «un poco de todo». Contiene las respuestas del autor a veintiuna cuestiones teológicas presentadas por la Universidad de París a los caballeros del espíritu que tomaban parte en las justas que solían celebrarse dos veces al año, por las fiestas de Pascua y de Navidad.
Aunque tales respuestas no forman parte de su enseñanza oficial, contienen la médula de la doctrina, expuesta en la Obra de Oxford (v.); y aunque no formen un sistema unitario, pueden agruparse del modo siguiente: las ocho primeras se refieren al dogma de la Trinidad; las tres siguientes, a la Omnipotencia de Dios, a la información de la materia, a las especies eucarísticas a la penetración de los cuerpos; la duodécima trata de las relaciones de la criatura con Dios creador y conservador; desde ésta a la decimoséptima se estudian las facultades del alma, la inteligencia y la voluntad; en la decimo octava y siguientes, la moralidad del acto externo, la naturaleza humana de Cristo, el valor expiatorio de la Misa, la hipótesis de la eternidad de la materia. En tales cuestiones, sobre las que se centraba el interés de las escuelas. Scoto da muestras de gran sutileza, facultad crítica y poderosa dialéctica, aun remitiéndose aquí más que en parte alguna a la «sententia comunis». A juicio de Wadding, en el Quodlibetum Scoto es también más claro, metódico y poderoso que en la primera gran Obra de Oxford.
G. Pioli