Melodías, Henri Duparc

[Mélodies]. Son catorce composiciones para canto y piano, a las que está vinculada la fama de Henri Duparc (1848-1933), pues el resto de su producción (sólo en parte publica­da) se limitó a unas pocas obras instru­mentales y a dos trabajos sinfónicos, que no alcanzan el nivel de arte de sus com­posiciones vocales.

Escritas entre 1868 y 1877, sobre textos de Baudelaire, Gautier, Coppée y otros poetas, se titulan «Sérénade», «Romance de Mignon», «Chanson tris­te», «Soupir», «Invitation au voyage», «Extase», «Sérénade florentine», «Le manoir de Rosemonde», «Testament», «Phydilé», «La­mento», «Elégie», «La vie antérieure», «Au pays on se fait la guerre», «La vague et la cloche». Han bastado ocho de estas Me­lodías para consolidar el crédito de Duparc como músico de profunda y singular sen­sibilidad, cuyo parentesco con Franck, por una parte, y sus afinidades con Chausson y Fauré, por otra, no han impedido reve­lar una personalidad bien definida. Con­sideradas, junto a las Melodías de Fauré, como las más típicas expresiones de la «in­terpretación» francesa de los modelos que ofrece el lied de Schubert y Schumann, en comparación con las de Fauré, las Melodías de Duparc parecen todavía más expansivas, menos preciosamente cinceladas, tanto des­de el punto de vista formal como desde el armónico.

Su forma es más bien amplia, desarrollada sobre esquemas relativamente sencillos; pero una intensa vibración lírica las penetra por medio de una fiel y con­movida traducción musical del espíritu de las poesías interpretadas. «Extase», sobre texto de Jean Lahor, una de las más be­llas, está construida sobre una intensa par­te vocal que se alterna con una noble y expresiva melodía confiada al piano; la «Invitation au voyage» (que es la más cé­lebre de la colección), sobre poesía de Bau­delaire, está realizada por medio de un feliz equilibrio entre pensamiento y for­ma, en la cual la parte pianística, muy im­portante y desarrollada, crea un apoyo a la línea vocal, desenvolviéndose, libre de ligazones de simetría, con sabia y viva expresividad. De carácter nostálgico y me­ditativo es el «Lamento», sobre texto de Gautier, en cuya parte pianística, primero por «acordes» y después desarrollada con «arpegios», se nota una evidente «coinci­dencia» entre la sensibilidad armónica de un Franck y la de un Fauré. Notables, en fin, son «Phidylé», sobre texto de Leconte de Lisie, por los méritos de la línea vocal y la eficacia de algunas modulaciones, y «La vie antérieure», sobre poesía de Bau­delaire, realizada con íntima fidelidad so­nora a las fantásticas visiones del poeta y a la solemnidad suntuosa del verso.

L. Córtese