Célebre narración de 1.934 versos en alemán medieval, compuesta en la segunda mitad del siglo XIII —probablemente entre 1270 y 1282 — por un autor, quizás un juglar, de origen bávaro que indica en el último verso su nombre: Wernher der Gartenaere (W. el jardinero). Está considerada como la primera narración aldeana (Dorfgeschichte) alemana, en verso. El manuscrito mejor es el del Castillo de Ambras (ahora en Viena), e incluso los paisajes descritos recuerdan las montañas y bosques del valle del Inn.
Meier Helmbrecht es un hijo de campesino que, fascinado por el esplendor de la caballería, concibe la ambición de convertirse en caballero y, pese a las prudentes advertencias de su padre, que trata de disuadirle, abandona la casa paterna y parte en busca de aventuras y de gloria. Pasado algún tiempo, vuelve orgulloso de pertenecer a una brigada de caballería con la cual ha efectuado muchas empresas valerosas. Pero pronto se descubre que la brigada a la que se enorgullece de pertenecer no es más que una partida de bandoleros. Y en vano su padre le reprende; el joven fugitivo, no sólo vuelve al bosque entre sus compañeros, sino que induce a su hermana Gosalind a escaparse con él y la casa con su amigo Lembenlind. Pero poco dura la alegría de las fiestas nupciales, pues llegan los soldados. Nueve bandidos son detenidos y ahorcados; Helmbrecht es dejado en libertad, pero cegado y mutilado de una mano y un pie. Incluso su padre le rechaza cuando se presenta en su casa, después de haberse separado — en un cruce de caminos — de Gosalind «mit reue und mit. leide» [«con arrepentimiento y dolor»].
Al fin, vuelve a ponerse en camino, encuentra en el bosque a los campesinos a — quienes la bancia robó, y éstos le ahorcan. La obra tiene momentos de fina observación, de sabroso humorismo, de plástico realismo y de dramatismo. Pero además es significativa como documento del estado a que había quedado reducida la caballería en la segunda mitad del siglo XIII y de las condiciones morales del campo. La obra muestra por una parte la decadencia de los ideales caballerescos, tan bajos que podían convertirse en objeto de ambición de los rudos campesinos, y por otra la rápida y peligrosa ascensión de las clases inferiores que incluso osaban concebir sueños locos de nobleza y gloria de los que no eran ni dignos ni capaces.
M. Pensa