El primer libro del pensador español José Ortega y Gasset (1883-1955), publicado en Madrid, 1914. Se compone de un prólogo, una Meditación preliminar y una Meditación primera (breve tratado de la novela); el autor anunció las meditaciones 2.a y 3.a («¿Cómo Miguel de Cervantes solía ver el mundo?» y «El alcionismo de Cervantes»), no publicadas. Se trata de un penetrante estudio del Quijote, sólo iniciado; la mayor parte del libro es una introducción de carácter filosófico, en que se formula por primera vez en sus líneas generales la filosofía personal de Ortega. Este libro se presenta como un ensayo — «la ciencia, menos la prueba explícita» —, como una «salvación» en que se busca «dado un hecho — un hombre, un libro, un cuadro, un paisaje, un error, un dolor —, llevarlo por el camino más corto a la plenitud de su significado». Se inicia este libro con una idea de la filosofía como ciencia general del amor, que liga las cosas y establece una conexión entre ellas, y tiene un propósito metódico: «Yo sólo ofrezco modi res considjerandi, posibles maneras nuevas de mirar las cosas».
El núcleo del libro está constituido por una teoría de la realidad, entendida circunstancialmente y como una perspectiva; el ser definitivo del mundo no es cosa alguna determinada, sino una perspectiva. Yo soy yo y mi circunstancia — tesis central de la metafísica de Ortega—; y «la reabsorción de la circunstancia es el destino concreto del hombre». Ortega hace una teoría de lo latente y lo patente en cuanto tal, de la percepción y el concepto (como instrumento de aprehensión de la realidad) y finalmente de la verdad, interpretada como alétheia, descubrimiento, revelación, develación. La teoría del concepto se completa con una interpretación de la cultura como seguridad y luz sobre las cosas; esta idea de lo real está ejemplificada en la interpretación vital de la realidad de un bosque. Ortega distingue dos clases de hombres, los meditadores y los sensuales, y contrapone la cultura mediterránea, sensual, y en ese sentido superficial, a la germánica, cultura de la profundidad y de lo latente. La Meditación primera o tratado de la novela, parte de la afirmación de los géneros literarios como «ciertos temas radicales, irreductibles entre sí, verdaderas categorías estéticas». Por eso son «amplias vistas que se toman sobre las vertientes cardinales de lo humano. Cada época trae consigo una interpretación radical del hombre. Mejor dicho, no la trae consigo, sino que cada época es eso.
Por esto, cada época prefiere un determinado género». Ortega contrapone la épica — el pasado como tal, el mito, la narración — a la novela como descripción de lo actual. Examina sucesivamente la significación de la tragedia, la comedia y la tragicomedia, las conexiones entre poesía y realidad, realismo y lirismo, para esbozar una interpretación — no conclusa — de la obra de Cervantes. Subraya como peculiar hallazgo de Cervantes el tipo de novela en que lo que interesa no es lo que sucede, sino el modo de contarlo; así Rinconete y Cortadillo o, sobre todo, el Quijote. Esta obra, además, tiene como substancia dramática la relación entre realidad y ficción, más aguda en la aventura del retablo de Maese Pedro, en que ambos mundos convergen y entran en comunicación. «Don Quijote es la arista en que ambos mundos se cortan formando un bisel». Es real, pero en su realidad se incluye su voluntad de aventura, que lo empuja hacia lo irreal. Es una novela «realista», nacida como oposición a la imaginaria, pero que lleva dentro de sí infartada la aventura. Con esta obra se inicia una considerable innovación en la vida intelectual española del siglo XX: una doctrina estrictamente filosófica, formulada en un estilo de singular belleza literaria, con un uso deliberado y metódico de la metáfora y, sobre todo, anclada en circunstancias concretas y particularmente españolas.
La crítica de la situación española del tiempo se alía al intento de llegar a otra superior, haciendo «experimentos de nueva España»; el designio de esclarecer a fondo ciertas circunstancias españolas obliga a plantear los más hondos problemas metafísicos. Este libro, que prefigura lo que habrá de ser la obra entera de Ortega, contiene innovaciones filosóficas que sólo muchos años después serán pensadas y formuladas en otros países de Europa; entre ellas, si bien sólo en forma inicial, la oposición al irracionalismo como oposición entre la razón y la vida, para llegar a la idea de razón vital, el descubrimiento capital de la metafísica de Ortega.
J. Marías