[Les Va-Nu-Pieds]. Bocetos de Léon Cladel (1835-1892), publicados en París en 1873 y con correcciones y nuevo prólogo en 1881. «Amante de lo bello y partidario de lo verdadero», el escritor se inspira en el ejemplo excepcional de Charles Baudelaire y de otros jueces de la vida parisiense.
Observa la existencia cotidiana en su misericordia, en sus contrastes ineluctables: un impulso de compasión y de fraternidad le lleva a recordar los infelices que, en una metrópoli, constituyen el doliente grupo de los héroes desconocidos. Así «Mon ami le sergent de ville» muestra la crisis espiritual de un hombre de orden frente a los desengaños de amor, hasta hablar de revolución; «Achille et Patrocle» cuenta la veneración de un subteniente hacia su capitán, experto soldado de la campaña napoleónica de Rusia. Un singular diseño elaborado con humanidad es «Le nommé Quosel»: un vagabundo que, novelescamente, se mata en la embriaguez del amor. Vivacísimos y picantes, en su intención de ensalzar tantas víctimas infelices de la sociedad, son «L’enterrement d’un ilote», «Un noctambule» y «La citoyenne Isidore».
También en «Nazi», una desgraciada recuerda la muerte de su marido en las barricadas de París en diciembre de 1851 e, ironías del destino, la de su hijo en septiembre de 1870, en Sedán, combatiendo por Napoleón III, asesino de la República y de su padre. En «L’Hercule» se describe el final desgraciado de un gimnasta en presencia del público; en «Montauban Tu-Ne-Le- Sauras-Pas», un genial pero desconocido artesano, en los últimos instantes de su vida incita a su hijo a pintar los árboles y el cielo, que nunca le habían parecido tan hermosos como entonces. Finalmente, «Revanche» muestra la combatividad de los últimos rebeldes de 1871 contra las tropas del gobierno de Versalles: el nombre alude a un recién nacido que abre los ojos a la vida en el preciso momento que su padre, en un último y desesperado asalto, corre a la muerte en nombre de la República. Este boceto, con que termina la colección, es característico de la índole polémica de la obra, entendida como afirmación de individualidad contra las falsas leyes de la burguesía, en pro de una literatura basada sobre las reales condiciones de la vida contemporánea.
Estos Vagabundos, bien construidos en cuanto al estilo, conservan su interés en una literatura de excepción, aunque por muchos aspectos su intención polémica fue superada por el grandilocuente bloque de los Rougon-Macquart (v.) de Zola, y por otra parte, el drama de los humildes encontró en las obras de Coppée y de Richepin una vulgarización más ampliamente sentimental.
C. Cordié