[La gelosia]. Comedia en cinco actos en prosa, de Antón Francesco Grazzini, llamado el Lasca (1503-1584). Fue representada en Florencia en 1550 y publicada el año siguiente. El asunto se refiere a un caso parecido al de Ariodante en el Orlando furioso (v.), al que un engaño hace creer que la mujer amada le traiciona recibiendo por la noche a otro hombre, mientras ella es en realidad inocente, y la mujer que él ha visto es la criada Dalinda, que iba vestida expresamente con las ropas de su dueña. Pero Grazzini trasladó la fábula del terreno novelesco y patético al cómico y caricaturesco (y el recuerdo de Ariosto aumenta la comicidad), transformando al crédulo enamorado en un viejo estúpido, Lazzero, ciegamente encaprichado de la joven Cassandra, cuyo avaro padre se la concedería gustoso por esposa, a pesar de que ella ama al joven Pierantonio. Precisamente para impedir esta boda Pierantonio y Alfonso, hermano de Cassandra, intentan cambiar el ánimo del viejo empleando una estratagema: el instrumento de la acción es Ciullo, criado del primero, quien revela al viejo que Cassandra se encuentra con frecuencia con Pierantonio, y en una gélida noche invernal le lleva, ridículamente enmascarado, delante de la casa de su amada, para que tenga una prueba de su indignidad. Lazzero cree realmente reconocer a Cassandra en la mujer que abre la puerta a Pierantonio y que seguidamente se aleja con él, y que realmente es la criada Úrsula disfrazada con los vestidos de la dueña.
No se limita a esto la burla, porque con varios pretextos, el viejo es entretenido a la intemperie durante toda la noche con lo que el frío lo reduce a un estado deplorable, mientras, aprovechando su ausencia, Alfonso entra en su casa y disfruta los favores de Camila, sobrina del viejo, que éste había guardado siempre celosamente. Como es natural, la comedia termina con el matrimonio de las dos jóvenes parejas; pero, para hacer más complicada la trama, en el curso de la acción, transcurrida toda en una noche, sobrevienen incidentes imprevistos, que hacen peligrar el buen resultado del doble engaño. Con ellos el autor pretende acentuar aún el efecto cómico; pero aunque algunos de los episodios posean una belleza propia (como el de la criada Úrsula que, sorprendida por la dueña con los vestidos de la hija, se finge sonámbula para salvarse a sí misma y a sus cómplices), en conjunto hacen menos claro el perfil de la comedia y más bien perjudican que refuerzan el motivo cómico, de sello netamente novelesco, de aquella noche de embrollos. Tal era, por otra parte, Lasca: un espíritu vivaz, capaz de captar y poner de relieve un detalle caprichoso o gracioso, pero incapaz de desarrollarlo en una obra coherente gracias a una consciente disciplina literaria. Lo que de esta obra persiste en nuestra mente, más que el conjunto de la comedia, son detalles sabrosos, como la grotesca figura del viejo enamorado, transido de celos y más aún de frío en su extravagante disfraz, hazmerreír no sólo de sus criados sino del propio autor; o la de la criada Úrsula, asustada por el papel que le hacen representar, pero al propio tiempo ilusionada con las elegantes ropas y aderezos con que se ve revestida. De Los Celos, el ítalo-francés Laribey (1540- 1611) realizó una adaptación en lengua francesa, que es casi una traducción, y que lleva por título Le morfondu, obra importante entre otras suyas, porque con ella se introdujo en Francia la comedia regular italiana.
M. Fubini