Los Cantos de Maldoror, Lucien Ducasse

[Les chants de Maldoror]. Famosa obra poética del francés — nacido en Montevideo — Isidore-Lucien Ducasse (1846-1870): primero fue publicado su primer canto, anónimo, en 1868, y los restantes en 1869, bajo el nombre de Conde de Lautréamont, perso­naje (originariamente Latréaumont) de Eugéne Sue. Desigual y desconcertante por su misma composición fragmentaria, la obra revela un imaginismo vertiginoso que atrae por sus descripciones y apostrofes. En tor­no a Maldoror, joven exacerbado ante la vida y ante Dios, hay toda una atmósfera exaltada y violenta en un arrebato de ori­ginalidad, que parece tener relación, según confiesa el autor, con obras de Byron y de Mickievicz, además de las innegables in­fluencias de novelas inglesas llenas de aven­turas terroríficas y con su misma poesía sepulcral. La parte más notable está cons­tituida por vastas pinturas e invectivas en torno al Océano; y por entre las mismas escorias de una inspiración desordenada se transparenta la pureza de una visión épica de las cosas. Violento hasta el sadismo entre tanta maldición de la vida y de lo creado, el autor halló, por mérito de Remy de Gourmont, sus lectores entre los simbolis­tas franceses. Sobre todo por los temas de­cadentes de 3U «escritura poética» fue reivindicado en tiempos más recientes como precursor de los surrealistas, particular­mente por obra de Philippe Soupault. Estos cantos (a los que se añaden algunas Poe­sías en prosa poética, publicadas en una primera y en una segunda parte en 1870), tienen su importancia en el cuadro del de­cadentismo francés. Entre muchas desigual­dades, algunas veces caóticas y difíciles de entender, la obra tiene páginas palpitantes de vida, dignas de todo interés; son típicas las relativas a confesiones amorosas, o aque­llas en que el autor se dirige al Océano, «el eterno en forma de víbora», o describe ex­trañas y alucinantes visiones de sangre, vampiros, arañas, hermafroditas, mientras el poeta, transformado en pólipo, apostrofa violentamente a Dios. Por tal inspiración, y también por un amor del mar muy propio de los bretones en relación con lejanos in­flujos de los bardos y de los mitos celtas, la obra ha sido comparada con otro libro, irregular y de inspiración convulsa y tene­brosa: los Amores amarillos (v.) de su con­temporáneo Tristán Corbiére. [Trad. espa­ñola de Julio Gómez de la Serna (Madrid, s. a.)].

C. Cordié

Los Cantos de Maldoror brillan con es­plendor incomparable; son la expresión de una revelación total que parece exceder las posibilidades humanas. (A. Bretón)