[Les noces]. Escenas coreográficas rusas con canto y música de Igor Strawinsky (n. en 1882). La composición fue iniciada en julio de 1914 y terminada en 1917, exceptuando la instrumentación que permaneció en forma de esbozos parciales. Terminada la parte vocal de la obra, que es la más decisiva, al músico se le planteó el problema de la orquestación. Primero esbozó una instrumentación para gran orquesta que pronto abandonó para intentar un conjunto instrumental tan interesante como difícil en la realización práctica: un piano y un armonio eléctricos, batería y dos címbalos húngaros (especie de piano en el que las cuerdas son golpeadas por martillos a mano, si bien con el mecanismo en el teclado). Esta segunda instrumentación fue llevada bastante adelante (dos cuadros), pero fue luego abandonada. Durante el invierno del año 1922 reemprendió la labor habiendo decidido contraponer a la parte vocal una parte orquestal integrada por elementos de percusión: cuatro pianos y batería (tímpanos, campanas, xilófono y diversos tipos de tambores). La primera representación tuvo lugar el 13 de junio de 1923 en París en el Teatro de la Gaité Lyríque (Compañía de «ballet» ruso dirigida por Sergio Diaghilew). Más que de escenas propiamente coreográficas, se trata de un oratorio que se puede representar, si bien en forma muy esquemática. Los cuatro cuadros tienen un contenido narrativo muy elemental que viene sugerido más que expresado por la letra de algunas canciones rusas que el autor ha tomado como tema de su obra.
Lo que aflora y constituye la sustancia lírica es el significado humano de la ceremonia nupcial, la separación de los esposos de sus familias y el paso hacia la oscura y dolorosa aventura de la vida. En el primer cuadro, en casa de la novia, sus amigas la engalanan para la ceremonia y la consuelan en este momento extremo de desamparo y tristeza. En el segundo cuadro, que se desarrolla, en casa del novio, es la madre del joven la que centra en ella todo lo que de doloroso y de ignoto tiene la ceremonia nupcial. En el tercer cuadro tiene lugar la partida de la novia de la casa paterna, en medio de lamentos y bendiciones de sus padres. El cuarto cuadro es ya el primer paso hacia la vida futura: el banquete nupcial, con la multitud de amigos y amigas, que hablan, juegan y ríen mientras comen y beben. El oratorio se cierra con el abrazo del esposo a la esposa. Augustos y trágicos resuenan los últimos acordes y de ellos se eleva el sentido solemne de lo ignorado que los esposos habrán de afrontar, el oscuro interrogante del futuro. De esta música nos sorprende su impresionante estructura rítmica, de inolvidable fuerza de sugestión. Tras los primeros compases nos parece asistir a los movimientos de una gran máquina, en la que bielas y ruedas se movieran animadas por una voluntad superior y fatal que puede arrollarlo todo en su movimiento regular y poderoso. Esta vida que fluye constantemente del ritmo se revela a través de la serie ininterrumpida de las voces que se lamentan, que imploran, que bendicen, que burlan, alzadas sobre la sonoridad uniforme, desolada y metálica de los instrumentos. En su vibración festiva, esta obra, que es una de las más intensas y equilibradas de Strawinsky, transpira el sentido de una fatalidad inexorable, de una desolación cósmica y de una profundísima tristeza. Es la rueda de la vida que procede inexorable con todas sus alegrías y con todas sus tristezas, especialmente con todas sus tristezas.
A. Mantelli