El lado aventurero de la crónica trecentista y la compleja psicología del protagonista indujeron a Gabriele d’Annunzio (1863- 1938) a una refundición que lleva el mismo título: La vita di Cola di Rienzo.
Es la primera y la única de las Vidas de hombres ilustres y de hombres oscuros que D’Annunzio proyectaba escribir; publicada en una revista en 1905-06, y en volumen en 1915, precedida de un amplio «Proemio». El artificio de su estilo, que reanuda antiguos textos de lengua, parecería enlazarse con el parnasianismo del Isotteo (v.); pero lo más cierto es que revela un cansancio, importante precisamente como tal, de la rotunda autolatría que había culminado en El Fuego (v.) y el intento de probar modos nuevos, por todos los medios posibles. Pero los resultados son desanimadores, más que nunca de rotunda oratoria y ornamentación superficial; además lleva su experimento estilístico hasta la delectación marginal en el estilo académico, que si no llega a la fastidiosa opacidad de tantas páginas del Segundo amante de Lucrezia Buti (v.), por modo curioso sugiere al celebérrimo escritor la veleidad y el amor propio de adornar su obra con la aprobación de la Academia de la Crusca (y de la autoridad religiosa).
Es menester decir, además, que habiéndose impuesto como duro ejercicio el narrar una vida que para él no era nada admirable, de un retor y un plebeyo, y no de un héroe guerrero, los trozos más cercanos a animar líricamente aquel académico estilo son aquellos en que se presentan, para morir grandiosamente, los aristócratas guerreros en que DAnnunzio ve realizarse el antiguo superhombre despreciador de los viles plebeyos: particularmente en el episodio de la muerte de los dos Colonna. También por esta parte, al fin y al cabo, la novedad sólo consiste en la intención. Dígase lo mismo de lo que en el «Proemio» de siete años después, D’Annunzio afirmaba haber sido el motivo que lo indujo a escribir aquellas biografías: el destello de un detalle, de un gesto, que revelase en el biógrafo el sabor de un momento, que no podía repetirse, de su propia vida sensible. Es ésta la actitud de la cual precisamente, por los años en que fue escrito el «Proemio», se originaba el Quizás sí, quizás no (v.), la prosa mágica y sensible del último D’Annunzio; pero en lo concreto del libro la biografía de Cola está construida académicamente en función de una coherencia psicológica e histórica.
En compensación, otro clima se respira en la prosa del «Proemio», que repite la factura académica de la Vita, pero por medio, y a pesar de ello, a eso alude allí el nuevo tema nocturno, «al misterio cálido y móvil de la vida, que nos atrae, nos toca y se nos escapa», la música de los colores de una estación, el silencio y la sombra. Y precisamente en este «Proemio» se encuentra la más profunda definición que D’Annunzio dio jamás de su propia sensualidad como musa suya: «Veo que mi secreto lírico consiste en una sensualidad arrebatada fuera de los sentidos».
E. De Michelis
Un viejo ejercicio estilístico. (Serra)
…envuelta en solemne retórica… última vibración de la inspiración cívica de Elec- tra. (G. A. Borgese)