La Misión Teatral de Guillermo Meister, Wolfgang Goethe

[Wilhelm Meister theatralische Sendung]. Novela de Wolfgang Goethe (1749-1832), designada a veces con el título de Urmeister, pues representa una primera redacción de los Años de aprendizaje de Guillermo Meister (v.), así como el Urfaust lo es del Fausto (v.).

Por epis­tolarios y diarios de Goethe, y los testimo­nios del príncipe Carlos Augusto, de Wieland y de la madre de Goethe, que de­muestran haberla leído, se deduce que fue escrita entre 1777 y 1785. A pesar de estos testimonios, y aunque su madre había afir­mado haber conservado de la novela lo menos seis copias manuscritas, ninguna de éstas fue recuperada después de la muerte del autor; de manera que no se pudo ha­blar de ella sino por conjeturas hasta 1909, año en que Billeter descubrió de ella, en un archivo privado de Zurich, una copia de Bárbara Schulthess, que la había reci­bido de manos del propio Goethe. La pu­blicación se hizo al cuidado de Mayne en 1912. La obra es muy valiosa porque mues­tra las variantes notables entre esta prime­ra redacción del Meister y la definitiva, que redujo a cuatro los seis libros. Ya en el título se muestra la diferencia sustancial de concepción con los Años de aprendizaje; los personajes, aun teniendo vida y forma, no están aquí en primer plano: en primer plano domina el teatro.

Protagonista es ya el propio Guillermo Meister (v.), quien pasa por las mismas vicisitudes de los Años de aprendizaje y a quien aquí podemos seguir desde la infancia a su solemne ingreso en los escenarios, en su elevación a la vida teatral, hasta una forma de exaltación que llega casi a identificarlo con el personaje Hamlet (v.). Desde el teatro de mario­netas, autobiográfico, a las primeras reci­taciones improvisadas, en las cuales Gui­llermo niño intenta evadirse de la realidad cotidiana, hasta el primer contacto con el mundo de los actores todavía aprendices, hasta su encuentro con Jarno, que le re-f vela el mundo shakespeariano, todo ofrece motivo para discutir los problemas que agi­taban la crítica teatral de entonces: las re­glas de la unidad y la grandeza de Corneille y de Hacine, las nuevas ideas de Lessing y así sucesivamente. Hasta la trama no es más que un pretexto, y todo con­verge hacia el momento de la revelación: Shakespeare penetra en la vida de Guiller­mo con una potencia casi divina, lo plas­ma, lo transforma, lo eleva hacia los más sublimes ideales humanos y artísticos. El autor de Baltasar, que hace representar su comedia y la recita él mismo moviéndose en un teatro puramente ideal, siente de re­pente en Hamlet (v.) revelarse, profunda y universal, la verdad humana. Y precisamen­te partiendo de este punto, en Goethe se abre camino la idea de un teatro nacional, que no sea ya deleite histriónico de un público ligero, sino que se torne impulsor de vida espiritual, expresión, carácter, con­tacto vivo entre autor y público.

A pesar de que aquel primer entusiasmo, que lo condujo casi a una divinización de Sha­kespeare, se frenó en Goethe cuando aquel ideal, al realizarse en la experiencia del teatro de Weimar y con la amistad de Schiller, pasó a través de su espíritu crí­tico (v. Shakespeare siempre), no logró ex­tinguirse nunca del todo. El Guillermo Meis­ter de 1795, más sosegado y reflexivo, no borra sino que atenúa solamente los pun­tos más salientes y encendidos del Gui­llermo del 1777-85. En sus Anales (v.), Goethe explica, además, el significado psi­cológico de la «misión» de Guillermo como una especie de «oscuro presentimiento de esta gran verdad: el hombre a menudo querría intentar algo para lo cual la na­turaleza le ha negado aptitud…; un íntimo sentimiento le advierte que renuncie, pero él no puede entrar en cuentas consigo mis­mo. A este hecho se puede referir todo cuanto se ha llamado falsa tendencia, ‘dilettantismo’, etc., aunque es posible que todos los pasos en falso conduzcan a un bien ines­timable; presentimiento éste que en Gui­llermo Meister se desarrolla cada vez más, se aclara, se afirma y se expresa por fin en claras palabras: Me recuerdas a Saúl, el hijo de Kis, el cual salió para buscar el asno de su padre y halló un reino».

Este ‘dilettantismo’ es nostalgia humana, que aquí en la Misión teatral se manifiesta a un mismo tiempo en Hamlet y Mignon (v.), expresiones características del estado de ánimo del Goethe joven, cuando se sentía arrebatado, ora por una, ora por otra misión, y titubeaba entre el arte figurativo y la poesía, la ciencia y los estudios de erudi­ción, ávido como estaba de comprensión universal por toda nueva fuente de vida, y no fue sólo la pasión por los escenarios Lo que le inspiró esta obra, sino la esencia misma del teatro, zona intermedia entre realidad y poesía, en que ésta adquiere forma sensible y es apta para aquella for­mación espiritual de Guillermo Meister, que se cumplirá después en la segunda par­te de los Años de aprendizaje (v.). [Trad. española de Rafael Cansinos Assens en Obras completas, tomo II (Madrid, 1950)].

G. F. Ajroldi