La Endemoniada, Antón Francesco Grazzini (Lasca)

[La spiritata). Co­media en cinco actos en prosa.

Es, con Los celos (v.), la única co­media que Lasca llevó a la escena (fue estrenada después de un banquete, en pre­sencia de Francesco de’ Medici en el car­naval de 1550 y publicada en 1561); se distingue de las otras por su mayor breve­dad y sencillez del argumento, que fueron los motivos por los que el autor la eligió para representarla.

El título hace referencia al caso de una muchacha Maddalena, que simula estar endemoniada porque el padre de Giulio, su amante y secretamente casado con ella, no quiere saber nada de su boda, debido a la escasez de su dote: sin em­bargo el espíritu que la posee, que hace muy bien su papel y que ya logró alejar a un pretendiente, no es el único que apa­rece en la comedia, ya que otra compañía de espíritus actúa para conducir a los dos amantes hacia el deseado desenlace. Son éstos Giulio y sus amigos que hacen una serie de diabluras de la casa del terco padre del muchacho, Giovangualberto, y que acaban robando de una caja tres mil escudos celosamente reunidos y ocultados por el anciano.

Los mismos escudos, entre­gados al tío de Maddalena y de ésta a su padre para que sirvan de dote apacigua­rán a Giovangualberto, desesperado por­que los espíritus le han robado el dinero y le persuadirán para dar el consentimiento a la boda de su hijo con Maddalena, que acto seguido se ve libre de su demonio: éste, además, ya había declarado (y lo había repetido un falso brujo) que se mar­charía tan sólo cuando Maddalena se ca­sara con Giulio. Acción débil, que continúa el argumento de la Mostellaria (v.) de Plauto conocida por Grazzini a través de la imitación de Lorenzo de’ Medici en su Aridasia (v.), aunque responde al gusto del autor, que ya demostró su preferencia por semejantes historias de espíritus en Las Cenas (v.), alcanzando al igual o mejor que aquí efectos de una fantástica extra­vagancia.

Entre los mejores fragmentos de la comedia están, precisamente, la descrip­ción de los fantásticos preparativos con que los jóvenes llevan a cabo el robo, la re­presentación del terror de Giovangualberto, la historia de las extravagancias que el espíritu manda hacer a Maddalena. No se puede hablar de un estudio de caracteres y costumbres, ya que no es esto lo que pre­tende el autor: el valor de la Endemonia­da, consiste, precisamente, en los momentos vivaces y extravagantes más arriba recor­dados y en algunos otros del mismo tipo, como la figura del criado Guaniele, un per­sonaje completamente inútil para la acción, que Grazini se divirtió en bosquejar al margen de la comedia: un pobre diablo, que a su manera hace inútilmente la cor­te a una criada de lengua suelta, y que, maltratado por su amo, se abandona por un momento a su sueño dorado; el día en que él será el amo, y los criados gozarán gracias a su magnanimidad de la felicidad que a él mismo le niegan.

M. Fubini

¿Qué es lo que le falta a Lasca? La «mano que tiembla». Despreocupado, extravagante, listo y avispado, hay en él posibilidades de un gran escritor cómico; pero carece del culto y de la seriedad del arte, bosqueja sin preocupación, lo deja todo a medias, se detiene en la superficie; siempre natural y vivaz, a menudo soso, grosero y descui­dado, especialmente en el argumento y en la descripción. (De Sanctis)

De Sanctis echaba de menos en Lasca el culto y la seriedad del arte; sin embar­go tendría que decirse más bien que era extremadamente feliz, y que lo único que podía echarse de menos, era la personalidad desarrollada y educada, única que puede engendrar obras amplias y vigorosas; y por esto le llamamos popular. (B. Croce)