[Recherches sur les principes mathématiques de la théorie des richesses]. Obra fundamental del economista y filósofo francés Antoine-Augustin Cournot (1801-1877), publicada en París en 1838. La teoría de la riqueza — asegura Cournot — estudia las leyes reguladoras de las variaciones de los valores; ella, por tanto, permite demostrar «a qué variaciones absolutas se deben las variaciones relativas que pertenecen a la observación». Es verdad que sólo existen valores relativos («el quererlos de otra especie estaría en contradicción con la noción dé valor cambiable, lo cual implica necesariamente la noción de relación entre dos términos»); pero la variación de los valores relativos «puede y debe explicarse con razonamientos de términos absolutos» de la relación-valor. Por eso no hay valores absolutos, sino movimientos absolutos de aumento o disminución en los valores. Queda, pues, pendiente el problema de en qué consisten, para Cournot, las variaciones absolutas que deberán explicar las variaciones relativas a las que destaca en qué bases se apoyan; a qué se refieren. No tienen otra base que la probabilidad: «Entre las muchas hipótesis emitidas sobre los cambios absolutos, generadores de los movimientos relativos observados, hay algunas indicadas como las más verosímiles de la ley de probabilidad; con la plena posesión de las leyes especiales de esta materia se logra, por tanto, sustituir el cálculo de probabilidades por un juicio de certeza».
La teoría de la riqueza, es decir, la economía política, prescinde, por tanto, de la existencia de los valores absolutos, aun postulando precisamente tales valores para la construcción de su teoría; lo mismo que ocurre con la astronomía a propósito del sol medio. De aquí se sigue como consecuencia que la ciencia económica no es capaz de resolver las cuestiones sobre la verdad o el error en los juicios de utilidad. No es que para tales juicios no subsista la discriminación entre verdad y error, sino que en cuanto que la propia discriminabilidad se refiere a un término absoluto y en cuanto que de este término prescinde la ciencia económica; los juicios de utilidad se toman en un aspecto concreto, como dados, sin discusiones sobre su manera de darse. De aquí la definición de las riquezas como valores cambiables, definición abstracta que estudia el modo de superar las cuestiones sobre lo que es útil, esto es, lo que agrada y lo que es raro; posición que ha hecho recordar a alguien la fundamentación de la geometría moderna, que reconoce las posibilidades de construcciones logicogeométricas independientes de los postulados euclidianos, y que intenta fundarse sobre axiomas expresados en forma que resulte también aplicable para quien no comprenda el sentido, por no haber jamás visto puntos, ni líneas, ni planos. La teoría de Cournot podría también ser aplicada por quien no comprenda su sentido, por no haber experimentado placeres ni dolores, ni formulado juicios de utilidad, ni satisfecho necesidades. Este relativismo probabilístico hace posible a Cournot la aplicación de la matemática a la ciencia de la economía: novedad de método que más que nada ha contribuido a la celebridad de las Investigaciones.
Es preciso, sin embargo, ponerse de acuerdo acerca del sentido y del modo como Cournot pensó aplicar la matemática a su teoría de la riqueza. La matemática, según Cournot, sirve para representar el curso de los valores relativos; no se refiere a postulados, sino a incógnitas, a valores absolutos; dista mucho de inmiscuirse en los resultados de los juicios de utilidad. El desplegarse tales juicios en uno u otro sentido; la íntima relación del sujeto con el objeto, que precede al acto de la elección; las cantidades psíquicas: he aquí otros tantos elementos que Cournot señala sabiamente como incógnitas que el método matemático no sabría resolver y que sólo la observación empírica puede determinar. Dice por eso Cournot que la ley de la demanda no puede expresarse con una fórmula algébrica: la observación es lo que ha de proveernos de los medios de establecer cuáles son los límites de los valores de la demanda y del precio, después de lo cual se podrá construir «con métodos conocidos de interpolación en lugar de con procedimientos gráficos, una fórmula empírica o una curva capaz de representar la función de que se trate, y se podría ampliar la resolución del problema hasta las aplicaciones numéricas». Importancia particular tiene esta posición de Cournot, concretando la aplicación de la matemática a la interpretación a posteriori de los fenómenos económicos; porque con ello se reconoce la imposibilidad de reducir toda la economía a una pura ciencia cuantitativa, a ciencia mecánica: se reconoce la humanidad de la economía, se reconoce su pertenencia a las ciencias morales.
A Cournot se le celebra justamente por haber indicado, con sus Investigaciones, la manera de aplicar a los fenómenos económicos el método matemático; pero, a diferencia de tantos de sus sucesores, no pretendió ir más allá de los datos positivos y determinados de la demanda, no presume que sean determinables a priori los juicios de utilidad, que pertenecen a la esfera de los fenómenos psíquicos y, por tanto, de la libertad humana.
P. E. Taviani