Comprenden un grupo de memorias del químico francés publicadas entre 1893 y 1905. La comprobación de que en las zonas carboníferas se encuentran siempre diamantes microscópicos junto con grafitos y el hecho que el meteorito del Cañón Diablo, constituido en su mayoría de masas metálicas, contenía pequeños diamantes, indujeron a Moissan a intentar la transformación del carbono en diamante, reanudando los experimentos intentados sin éxito por algunos autores sobre las disoluciones del carbono en metales fundidos.
Las primeras pruebas efectuadas disolviendo el carbón en varios metales, fueron infructuosas, pues, por enfriamiento, consiguió siempre el carbono en estado de grafito. La hipótesis del origen eruptivo del diamante, le llevó a intentar grandes temperaturas y presiones elevadas. Con este fin calentó en un horno de arco voltaico a cerca de 3.500° una masa de hierro purísimo que contenía carbono disuelto, que sucesivamente se hacía caer en agua. A causa del brusco cambio de temperatura, la superficie de la masa se solidificaba inmediatamente, ejerciendo sobre la parte interior, todavía fluida, una fortísima presión debida a la contracción del volumen. Disolviendo la masa metálica en ácidos consiguió un residuo indisoluble constituido por pequeñas briznas y pequeñísimos cristales que resultaron por sus propiedades idénticos al diamante. Estos resultados se hicieron públicos en la memoria: Sur la préparation du carbone sous une forte pression (Comptes rendus, 1893).
Sucesivamente en otras memorias — Nouvelles expériences sur la réproduction du diamant (ibídem, 1894); Sur quelques expériences nouvelles relatives a la preparation du diamant (ibídem, 1896 y 1905; «Annales de Chimie Physique», 1896). — Moissan perfeccionó sus experimentos sin conseguir, empero, resultados sustancialmente distintos. Muchos autores reemprendieron la investigación sobre la síntesis del diamante, confirmando, en su mayoría, las pruebas de Moissan.
G. Speroni