Los ensayos en que el insigne pianista y compositor Ferruccio Benvenuto Busoni (1866-1924) se propuso dar forma teórica a sus ideas de estética musical, escritos en lengua alemana por haber desarrollado buena parte de su actividad en alemania, son: Esbozo de una nueva estética de la música [Entwurf einer neuen Aesthetik der Tonkunst, primera edición, Trieste, 1907; segunda, Leipzig, 1910]; Ensayo de una orgánica notación pianística [Versuch einer organischen Klavier Notenschrift, Leipzig, 1910]; De la unidad de la música – Anotaciones sueltas [ Von der Einheit der Musik – Verstreute Aufzeichnungen, Berlín 1922].
Pero otros muchos pensamientos suyos sobre el tema, y a menudo más interesantes por estar derivados de su experiencia artística, se encuentran diseminados en los comentarios a sus revisiones, elaboraciones y transcripciones pianísticas, y en su copioso epistolario. (Una selección de estos escritos ha sido- publicada en volumen bajo la dirección de L. Dallapiccola y G. M. Gatti). En ellos no debemos ver una exposición orgánica y objetiva, sino más bien la expresión de las diferentes tendencias de una fuerte individualidad musical, fecunda en geniales intuiciones, pero también a menudo inclinada a extrañezas y cerebralismos. En el Esbozo de una nueva estética de la música, el autor sostiene que la música, por ser la más joven de las artes, parece hoy como un divino muchacho a quien se haya querido imponer leyes propias para hombres maduros; en realidad, es el arte inmaterial por excelencia, como reflejo e irradiación inmediata de la naturaleza; mientras la música realizada hasta hoy está sujeta a vínculos formales que han obstaculizado el desarrollo integral de sus posibilidades.
En cuanto a los grandes músicos del pasado, el espíritu de su arte es eterno, pero sus formas son caducas y superables (lo cual para Busoni constituye también una ley fundamental del desarrollo del arte). Bach y Beethoven son los que se han aproximado más a la que él llama música absoluta y primordial (Ur- Musik), pero sólo por presentimiento y en fragmentos de su obra. Bach, por ejemplo, en las fantasías (no en las fugas) para órgano y en los recitativos de sus Pasiones (v.), Beethoven en la introducción al último tiempo de la Sonata op. 106 (v.). Como ejemplo de las posibilidades abiertas aún para la música, Busoni aduce la infinidad de la serie de los sonidos naturales y la variedad de los tonos y de los modos que se pueden originar de ella, e imagina una nueva notación, que él explica particularmente en el Ensayo publicado el año 1910.
Pero, en realidad, esa tesis no es nueva, y está basada en la ilusión de que del uso de muchos sonidos y escalas más complicadas se pueda derivar un enriquecimiento del arte musical; interesa poner de relieve que, desde hace muchos siglos, los pueblos orientales practican los más diversos matices de intervalos musicales, mientras por el contrario los pueblos musicalmente más adelantados sienten la exigencia de ordenar y plasmar la materia sonora y, precisamente por esto, limitan el número de las escalas, las cuales, por otra parte, no son sino esquemas provisionales. En sus juicios sobre los diversos autores y obras también se notan desigualdades y subjetivismos. En el prefacio de Busoni a la primera parte del Clave bien temperado (v.) afirma que el estilo pianístico, grandioso y viril en Bach, degenera en blanda gracia en Haydn y Mozart, resurge en Beethoven, decae nuevamente en el romanticismo de un Hummel y también de un Mendelssohn, e incluso, hasta cierto punto, de un Chopin, vuelve a resurgir en Liszt y — añade Busoni trasladando inadvertidamente su pensamiento desde el estilo pianístico al musical en general— en Wagner, lo cual sólo puede ser justo en cuanto a elementos técnicos y dinámicos.
Mucho más importantes son las consideraciones y los consejos sobre la interpretación y transcripción, en los que revive la grandeza del intérprete que es también grandeza creadora, aparte las sombras que puede arrojar sobre ellos la tendencia cerebralista anterior de que hemos hablado. La idea fundamental de Busoni es que la interpretación musical, no es repetición mecánica e inmutable de signos de notación, sino reevocación continua y por esto siempre nueva; en efecto, hasta los más ilustres compositores ejecutan sus propias obras de manera siempre distinta, aunque siempre según las leyes de la eterna armonía, del mismo modo que hoy comienza el día de modo distinto al día anterior, aunque con una aurora. En cuanto a la legitimidad de las transcripciones, que muchos pusieron en tela de juicio, Busoni la defiende afirmando que toda notación es ya una forma de transcribir la intuición original, idea que parece aproximarse a la teoría de Gen- tile, según lo cual el arte es un constante traducir.
F. Fano
El conjunto de estos escritos constituye un cúmulo de sabias observaciones, a veces sorprendentes, que se extienden por todo el campo de la música y, en general, del arte. (M. Bontempelly)