Es una breve obra dramática exhumada por Adolfo de Castro en el siglo XIX y atribuida a Cervantes. Se publicó en una edición suelta de comienzos del siglo XVII y en la Tercera parte de las Comedias de Lope de Vega (Valencia, 1611). Sobre la fecha de su redacción han dado su opinión los críticos escindiéndose en dos grupos: los que la creen posterior al Quijote (Rodríguez Marín, E. y A. Cotarelo) e inspirada en él; y los que le asignan una fecha anterior a la obra de Cervantes, que oscila entre 1588 (tesis de Millé), 1591-97 (tesis de Menéndez Pidal) y 1602 (tesis de Adolfo de Castro).
La más convincente nos parece la segunda, por incluirse en el entremés una treintena de romances publicados en la Flor de varios y nuevos romances, 1591- 1593, y anteriores al Romancero general, 1600; y por corresponder las alusiones que en el mismo se hacen a la guerra con Inglaterra a expediciones españolas que tuvieron efecto tanto en 1588, como en 1596 — año en que muere Drake —, 1597 y aun 1601. El tema del Entremés guarda una sorprendente semejanza con los primeros episodios del Quijote. El héroe de aquél, un labrador llamado Bartolo, enloquecido por su frecuente lectura de romances, quiere ir a la guerra, abandonando a su mujer, Teresa, y en compañía de un ocasional escudero, de nombre Bandurrio. Los personajes, en este trance, recitan hasta tres romances de Góngora. El improvisado caballero, vestido con un atuendo risible, topa con un pastor, éste le apalea, y, ya en el suelo, recita el romance caballeresco del Marqués de Mantua: «Donde estás, señora mía…?», como el héroe cervantino en momento análogo.
Llevado a casa por sus familiares, cuando ya le imaginan curado de su manía, aparece de nuevo recitando otro romance artístico, en este caso uno de Lope de Vega. Cervantes debió conocer esta obra, que aunque no de gran mérito literario, es un documento importante para la génesis del Quijote. Pero aunque descubriera en ella todas sus posibilidades burlescas, aplica su burla a un género menos arraigado en la tradición española, como es el de los libros de caballerías. Y bien pronto, superada esta coincidencia inicial, hace seguir a su héroe otras rutas más trascendentales. Texto en E. Cotarelo, Colección de Entremeses, vol. I, «Nueva Biblioteca de Autores Españoles», XVIII, Madrid, 1911, págs. 157- 161. Estudio en R. Menéndez Pidal, «Un aspecto en la elaboración del Quijote», Madrid, 1924, incluido en su libro De Cervantes y Lope de Vega, col. «Austral», número 120, Buenos Aires, 1940.
M. García Blanco