Libro en el que aparecen recogidos veinticinco ensayos, entre los mejores, del escritor colombiano ‘Baldomero Sanín Cano (1861-1957). Fueron seleccionados bajo el título indicado, para formar parte de una colección de libros denominada «Biblioteca Popular de Cultura Colombiana», editada por el Ministerio de Educación de ese país. El libro en referencia aparece con un prólogo del poeta colombiano (ya fallecido) Guillermo Valencia. Los ensayos que constituyen esta obra carecen de unidad temática. Se refieren indistintamente a asuntos y personajes de estricto carácter local colombiano y a asuntos y temas de carácter universal.
Además, la parte final recoge unos cuantos relatos admirables que son casi cuentos y casi apólogos, por ejemplo «Visita Frustrada», «Pesadumbre de la Belleza», «Tenaz como la Fealdad» y «La Insignificancia de lo Enorme», probablemente los mejores de todo el libro por la limpidez del estilo, el humor en que va envuelta la sátira y la trascendencia del significado. Sanín Cano es llamado en Colombia, «el maestro». Su larga vida le ha permitido desarrollar una vasta tarea de orientación cultural no sólo en su país sino en todos los países americanos de habla española, a través de sus ensayos sobre el arte, la literatura, la historia y la política. Una breve muestra de su inquietud, de su penetración crítica, de su dilatada información, de su conocimiento de varias lenguas vivas y muertas y de su familiaridad con no pocas literaturas, es este libro en el cual aparece, como constante de su pensamiento, un sentido generoso y magnánimo para juzgar los errores de la criatura humana, pero, al mismo tiempo, un sentido muy fino para señalarle las posibilidades de evitarlos.
La alternativa constante del pensamiento del autor se advierte muy bien en estos Ensayos: de un lado la comprensión y del otro la crítica; pero en ninguna de esas dos posiciones el extremismo, el fanatismo o el énfasis. Sanín Cano da la impresión de un escritor inglés extraviado en el trópico. Sus ideas, la manera de presentarlas y la corriente constante del humor que fertiliza su discurso, parecen de pura raíz sajona.
H. Téllez