[Essay on the Nature and Conduct of the Passions and Affections]. Obra del filósofo irlandés publicada en Londres en 1728. Es evidente la influencia directa sobre el pensamiento de Hutcheson, de la doctrina de Shaftesbury: no en su inmanentismo metafísico de origen renacentista, sino en su método de análisis psicológico y su ideal de armonía moral del hombre. La primera, que, por otra parte, corresponde al gusto y las actitudes espirituales del siglo XVIII, lleva a Hutcheson a distinguir en el alma humana las pasiones violentas, rápidas, impetuosas y pasajeras, de los afectos, más tranquilos, profundos y duraderos.
Aquéllas representan variaciones inesperadas e inestables del equilibrio interno de la personalidad; los afectos, sus tendencias esenciales, su estructura dinámica más íntima. Ésta se basa en una tensión que caracteriza la doble polaridad de los afectos: el hombre se siente y quiere, por un lado, en su singularidad, por el otro en su comunidad humana universal. La felicidad propia y la felicidad de todos son los dos polos de vida interior. Y así como un sentido instintivo nos advierte de lo que es conveniente o perjudicial para nosotros, así un íntimo sentido moral nos advierte de lo que conviene o perjudica a toda la humanidad, y actúa como criterio de nuestro juicio de bien o de mal. Del mismo modo que el instinto egoísta nos lleva a las acciones correspondientes a la utilidad propia, un instinto moral, una desinteresada benevolencia natural nos lleva a las acciones morales.
La vida moral alcanza su más alto grado allí donde el instinto de la propia felicidad y de la felicidad universal se armonizan, donde el hombre, con la propia acción, alcanza con su mayor plenitud vital, la más amplia e íntima coincidencia con toda la humanidad. Así, en el pensamiento de Hutcheson el ideal humanitario identifica la virtud con la felicidad: de racionalista pasa a ser sentimental: no corresponde a la universalidad de una ley racional, sino a la íntima unidad afectiva del alma humana.
A. Banfi