Es la obra última y más importante del estadista español. Publicado en 1851, después de las agitaciones del 48, el Ensayo fue muy apreciado, incluso por adversarios como Guizot, y por hombres de Estado como Metternich que llamó al autor para dialogar con él cordialmente. Siguiendo la polémica antirrevolucionaria de Bonald y De Maistre, Donoso coloca en la base de la cuestión política una cuestión teológica y ve a la humanidad bajo el imperio de la teología y de la Iglesia católica, basado en el amor. Cristo triunfó con la caridad, la Iglesia católica, única depositaría de su doctrina, triunfa de sus enemigos con los mismos medios espirituales.
La lucha entre el bien y el mal explica los problemas que agitan perennemente al mundo: son su historia. Para comprenderla es preciso discutir el libre arbitrio y aceptar la solución que de este angustioso problema de la humanidad ha dado la Iglesia católica. El mundo se ha querido evadir en busca de una solución, que termina en la negación del mismo problema, suprimiendo el objeto. De las teorías de los maniqueos a la de Proudhon, Donoso Cortés no ve solución de continuidad. El problema, si se niega, no se resuelve. La rivalidad entre el hombre y Dios sólo se elude con la enseñanza católica que admite el libre albedrío y junto a él a la Divina Providencia. Sin embargo, en el anti catolicismo, frente al problema moral, el socialismo, hijo del liberalismo, tiene una solución más neta y lógica, porque deifica al hombre. Esta deificación, según enseña la historia, lleva la sociedad a la ruina. La paz y la serenidad se encuentran en la admisión de la responsabilidad humana y en la fe en el dogma de la Redención.
Pronto se hizo del Ensayo una traducción italiana que corrigió las impropiedades doctrinales en las que Donoso Cortés, católico, pero seglar, había caído al discutir los dogmas y añadió observaciones que más tarde fueron agregadas a las posteriores ediciones españolas de la obra. En Francia el teólogo Gaduel dirigió ásperas críticas a la obra, pero en Italia la revista «Civiltá Cattolica» (16 abril 1853, págs. 171-188) trató con todo miramiento la tentativa del marqués de Valdegamas que, aunque peligrosa para un seglar en la exposición de los dogmas de la Iglesia católica cuando el tema le llevaba a ello, era de todos modos una obra compuesta consultando a religiosos (benedictinos de Solesnes) y capaz de superar con su estilo y ardor a la famosa refutación del socialismo de Owen escrita por Balmes. B. Sanvisenti
Aún más que filósofo es discutidor y polemista; aún más que polemista, orador. No es escritor correcto, pero es maravilloso escritor y habla su lengua propia, ardiente y tempestuosa unas veces, y otras seca y acerada. En ocasiones parece un sofista y es porque su genialidad literaria le arrastra a vestir la razón con el manto del sofisma. (Menéndez Pelayo)