[Nell´ Africa italiana]. Narración de un viaje que el autor efectuó por Eritrea en 1891. Martini, que había de ser después de la paz, en 1895, gobernador de la colonia de Eritrea, critica serenamente la acción organizadora italiana allí desarrollada hasta 1891.
Los magníficos crepúsculos del mar Rojo no bastan para compensarle de la ilusión experimentada en su desembarco en Massaua, donde tiene sus primeros contactos con el África italiana. La ley de la perpetua guerra, junto con la natural pereza de los habitantes, había conducido a aquellas desgraciadas poblaciones a una condición desesperada que Martini puede observar en la horrible llanura de Otumbo, que el hambre ha sembrado de cadáveres. Los pobres muertos de Dogali, meta de la segunda excursión al interior, son nuevo testimonio de una verdad africana que los italianos de aquella época, reprocha Martini, no habían comprendido bien. En este punto comienza la verdadera expedición al interior, que se efectúa por ferrocarril hasta la entonces línea principal de Saati, desde donde el autor se dirige a Ghinda y de allí a Asmara. El viaje es contado con agradables anotaciones de ambiente (el mulo abisinio, la caza de los leopardos, las ceremonias religiosas y danzas).
Asmara era entonces una especie de campo militar, y Martini se interesa por su organización, vaticinando que un día será necesario prolongar los confines de la colonia. Su estancia en Asmara le ofrece ocasión de estudiar las costumbres y usos de aquella región. De Asmara reemprende el viaje hasta el Mareb, antigua frontera italiana con Abisinia, donde Martini encuentra a Bata Agos, el jefe «santo» que después fue infiel a Italia en los acontecimientos del 1895. Desde Guma más allá de Mareb, la expedición sube hasta Saganeiti, después llega a Cheren en el país de Bogos, desde donde, cruzando el país de los nómadas Beni-Amer y la llanura de Domba llega al Agordat, en el país de Sabderat.
Desde aquí, atravesando la región del Maria Seri, Martini vuelve a Cheren para luego llegar rápidamente al mar. Lo esperaba allí el «Palestina» que había de conducirlo a su patria. A la edición del 1891 que terminaba aquí, el autor añadió, en la edición de 1895, un apéndice con cuatro notas sobre la «Colonización», los «Derviches y la toma de Cassala», «El Sudán egipcio y el Mahdismo» y «Los Derviches y la tribu de la Colonia Eritrea». Estas notas constituyen una notable contribución del eminente estadista al estudio histórico-político de cuestiones que, cambiados los términos, conservan hoy la misma importancia que tenían entonces. El escrito de Martini representa el primer testimonio de lo que una mente lúcida de periodista y político podía captar en los problemas planteados por el esfuerzo colonial italiano.
R. De Grada