[De Regno Italiae]. Carlo Sigonio (1523-1584) se había propuesto escribir la historia del reino de Italia desde la invasión longobarda hasta 1190; y la desarrolló en quince libros, editados por primera vez en 1571 y en años sucesivos. Más tarde, añadió cinco libros y se publicaron en 1591, después de la muerte del autor.
Parte de la llegada a Italia de los longobardos y sigue la historia de su expansión, del apogeo del reino por ellos fundado y de su declinar debido a las luchas con los pontífices y los francos. A continuación trata de la edad carolingia y del período poco feliz en que las discordias entre los grandes impidieron la constitución de un sólido reino italiano. Habla de la dominación de los emperadores sajones y francos, de la lucha de las investiduras, del origen de las autonomías comunales; por fin se extiende más ampliamente narrando el gran choque entre Barbarroja y las ciudades lombardas. Al terminar el libro XV encontramos a Federico en Milán, reconciliada con él, asistiendo a las bodas de su hijo Enrique con la heredera del reino normando.
El gran emperador marcha después a la cruzada. Aun ocupándose particularmente del reino, Sigonio no pierde de vista las restantes partes de Italia, e incluso indica los acontecimientos transalpinos que tienen relación con la historia de la península. En los últimos cinco libros, la historia se continúa hasta el acuerdo de 1286 entre Rodolfo de Habsburgo y el Pontífice; pero aquí la intención del autor se limita más que en los libros precedentes a la Italia septentrional, incluso a sus principales ciudades, por lo que la narración adquiere un carácter casi local. Se advierte la falta de una revisión, y de tarde en tarde se nota la huella de otra mano. Sigonio no es un recopilador medieval, sino un estudioso metódico, casi moderno, que se propone hacer luz sobre la Edad Media italiana, insuficientemente conocida con anterioridad. Tiene un amplísimo conocimiento de las fuentes, italianas y extranjeras, y las emplea frecuentemente, aunque a menudo sin crítica adecuada, por lo que cae en errores.
A menudo combina sucesos de distintas épocas. Se muestra devoto de la Iglesia, pero sin preocupaciones polémicas. Denota sentimiento patriótico, especialmente al narrar, con vigor dramático, la lucha entre Federico Barbarroja y la Liga Lombarda. Además de la evolución política de Italia, considera su evolución cultural, particularmente el desarrollo de las instituciones jurídicas. Su latín es siempre elegante.
G. Seregni