Comedia dramática del poeta español publicada en 1612. Dramatiza brevemente una leyenda portuguesa, la de fray Gil o Egidio de Santarem, quien, para apoderarse de los secretos de la magia, firma como Teófilo (v.) un pacto con el Diablo (v.), hasta que, gracias a una visión celestial, se arrepiente y, con ayuda de la Virgen, obtiene el rescate de su alma. Como fuente directa de este drama se indica la Historia general de Santo Domingo y de su Orden de Predicadores (1584), de Fray Hernando del Castillo; pero de esta leyenda el dramaturgo ha tomado solamente el punto de partida central, españolizando completamente el argumento, y dando a las personas y a los acontecimientos el máximo relieve humano y psicológico.
La joven y apasionada Lisarda, hija del noble don Marcelo, ha jurado amor a don Diego de Meneses, y cuando su padre le anuncia que el rey don Sancho ha pedido su mano, ella le confiesa su amor por don Diego, y le escribe a su amado diciéndole que está dispuesta a huir con él. Don Diego se dispone a raptar a la joven, pero don Gil, canónigo de la catedral, y que tiene fama de santo, consigue con sus consejos y amonestaciones evitar el rapto. Pero, tentado por el demonio, don Gil reniega de la vida morigerada que había llevado hasta entonces, sube por la escalera preparada para el rapto, abusa de la joven y, haciéndole creer que le envía don Diego para burlarse de ella y de su padre, la induce a seguirlo. Lisarda, desesperada, acepta, y los dos pecadores se entregan a una vida de bandidaje.
El diablo, que no se contenta con este primer pecado, despierta en el pecho de don Gil una loca pasión por Leonora, hermana de Lisarda, y le induce a firmar un pacto por el cual se compromete, a cambio de la pecaminosa satisfacción, a entregar su alma. Don Diego de Meneses, cree que el padre de Lisarda la tiene escondida, en tanto que el padre juzga que su hija está en poder de don Diego. Éste es apresado por don Gil, que se niega a escuchar sus generosos consejos para que abandone la mala vida a que se ha entregado. Lisarda, que se considera cruelmente ofendida por su antiguo novio, cree que ha llegado el momento de vengarse e intenta matarle con un arma de fuego. Pero el arma no dispara, y la joven, considerando la circunstancia como advertencia del Cielo, se arrepiente de su vida pasada; entrega todo cuanto posee a una víctima de don Gil, y después se da como esclava a un villano prisionero de éste, siendo vendida como tal a su propio padre que la suponía asesinada por don Diego.
Don Gil, dominado por su pasión, sólo pide al diablo que le entregue a Leonora, pero éste se ve incapaz de doblegar la voluntad de la joven y, en lugar de la mujer deseada, le entrega un crujiente esqueleto. Don Gil comprende entonces la vanidad de los amores terrenos y pide al diablo la restitución del pacto, deseo que logra gracias a la ayuda de su ángel custodio, quien arranca al diablo el pacto que firmó. Don Gil reconoce entonces sus culpas y, mientras Leonora se casa con don Sancho, se prepara, con una vida de duras penitencias, a la redención y la santidad. La comedia transcurre en una atmósfera pasional de sombríos contrastes, dando lírico relieve, con exuberancia de estilo, a la figura del protagonista: un alma que el autor capta en sus momentos culminantes de lucha y abandono, hasta que vuelve a ganar, por su virtud interior, los cielos de la purificación y la gracia. Como El mágico prodigioso (v.) de Calderón, del cual puede considerarse fuente ideológica.
El esclavo del demonio sugiere analogías con el mito germánico de Fausto (v.); pero Fray Gil es un Fausto «a lo divino» que, como dice Valbuena Prat, «no está cansado de ciencia sino de ascetismo, de devoción y de teología», y que se arroja al pecado con la furia de un alma que ha perdido la luz de la fe y la esperanza en su salvación. A pesar de la intensidad del drama, la tentativa de Mira de Amescua se nos muestra demasiado truculenta y accidental para que podamos colocarla, ni aun considerándola como inferior, en el mismo nivel de la obra maestra de Goethe.
A. R. Ferrarin
Gran imaginador de argumentos que otros aprovecharon luego, eximio versificador, y a veces poeta de tan enérgica inspiración como lo acredita el Esclavo del demonio, hermano menor de El condenado por desconfiado. (Menéndez Pelayo)
** Una imitación o, mejor dicho, un calco del Esclavo, es la comedia Caer para levantar o San Gil de Portugal, escrita en colaboración por Matos Fragoso, Cáncer y Moreto y compuesta en 1657.