[Il nemico]. La más extensa y compleja de las novelas del autor, publicada en 1894. El argumento le fue sugerido al autor por las luchas políticas en Rusia. Loris Lepnine, hijo de un pope herético, huérfano y acogido en el castillo del príncipe Kovanski, se cría al lado de su hermosa sobrina, la heredera Tatiana. De la amistad, los dos muchachos pasan al amor, y Loris se decide a pedir al príncipe la mano de Tatiana. Como contestación le azotan y expulsan del castillo. Empieza entonces una vida de vagabundeo y trabajo.
Conoce a Topine, un andrajoso miserable afiliado a una secta de degenerados, se gana su amistad, le salva la vida en una refriega y, como compensación, se entera de los vergonzosos secretos de la pandilla. Siempre obsesionado por la idea de la venganza, vuelve con Topine a su pueblo y un día que sorprende a Tatiana cabalgando sola en un bosque, la lleva a una cueva y la abandona en las repugnantes manos de Topine. Después vuelve a vagabundear por Europa. Revolucionario, regresa a Rusia para preparar la revolución. En San Petersburgo mata a un espía, se introduce en los grupos nihilistas entre los cuales está el príncipe Vladimiro, adversario del zar por la deshonra con que éste manchó a su familia. De acuerdo con él y otros, Loris decide volar, en presencia del zar, el teatro imperial de Moscú.
Sin embargo la explosión no tiene lugar: Olga, una de los complicados en el complot, ha cortado los hilos. Loris huye con el príncipe Vladimiro al castillo de Aurikow, donde encuentra inesperadamente a Tatiana, esposa del príncipe. El antiguo amor se vuelve a encender. Una noche el príncipe encuentra a su huésped en la habitación de su mujer y le mata de un tiro. Es un cuadro de grandes proporciones, que Oriani dibujó con un meticuloso conocimiento del alma y de las costumbres rusas. Es singular la profética visión de la revolución que iba madurando en el Imperio de los zares y la descripción del espíritu revolucionario que incubaba en el fondo de la espiritualidad eslava y preparaba el estallido que siguió a la guerra mundial.
M. Missiroli