[Folkungatradet]. Novela del escritor sueco Verner von Heidenstam (1859 – 1940). La primera parte, Folke Filbyter, fue publicada en 1905, la segunda, la Herencia de Bjalbo [Bjalboarvett], en 1907. En estos relatos, que forman una sola obra, se narran las vicisitudes de una poderosa estirpe vikinga en los primeros tiempos del cristianismo, que en los países nórdicos empezó a difundirse entre los siglos octavo y noveno.
Abandonadas sus antiguas y feroces ocupaciones, Folke Filbyter, el fundador de la estirpe, se dedica a la agricultura y al pastoreo; trabajada por su fuerza de cíclope, la tierra se hace extraordinariamente fecunda y en breve tiempo Folke es propietario de terrenos inmensos y de numerosos rebaños. Tal abundancia bíblica no endulza ni su corazón ni sus costumbres; Folke piensa únicamente en aumentar sus riquezas, encerrado en sí mismo como en una coraza o en una prisión. Pero cuando su nieto último y predilecto es raptado, el dolor encuentra finalmente entrada en su corazón e, indiferente a los escarnios, inicia un largo y doloroso viaje en busca del niño; lo encontrará cuando es viejo y el chiquillo, ya hombre, se ha convertido en el favorito y consejero del rey. En el segundo volumen.se narra la historia del joven rey Waldemar, que busca únicamente en la vida el amor y la alegría, y lo pierde todo, incluso la libertad, por obra de su hermano Magnus, triste y envidioso traidor.
A éste último, el diablo le quitó, cierto día, el corazón para pesárselo; y Magnus comprendió entonces que era pobre y más infeliz que su hermano, cuyo corazón está en paz, y, en la cárcel, junto a una mujer que todavía le ama, no conoce el remordimiento, sino que, lamentando únicamente su excesiva indulgencia con los demás, puede esperar con serenidad su fin. Sin embargo, el pueblo prefiere a Magnus, le ha puesto por sobrenombre «Ladulá», es decir, «Cerradura de los graneros» y ve en él el más valioso protector. El autor al componer esta obra obedeció sobre todo a intenciones morales. En la primera parte demuestra que no solamente un impulso ideal es lo que dirige y sostiene las grandes empresas, en cuyo origen se combinan siempre las ideas más nobles con las pasiones más míseras, y qué difícil es que quien tiene una gran misión que cumplir se mantenga puro. Luego la vida administra y juzga según su ley, propicia a los fuertes. En labios de Magnus el autor coloca las palabras de su última aspiración hacia lo que en adelante considera el premio de toda la existencia: «La vejez — dice Magnus — es la belleza y la corona de la vida».
A. Ahnfelt