[The living room]. Drama en tres actos del escritor inglés Graham Greene (n. en 1904). Nos presenta el drama de Rosa Pemberton, que vive con sus tíos Elena, Teresa y P. Browne, sacerdote imposibilitado. En la casa donde viven hay varias habitaciones cerradas, todas aquellas en las que ha muerto alguien de la familia.
Rosa, hija de una hermana fallecida, se entrega al señor Dennis, su albacea testamentario, esposo de la neurótica Isabel. Así Rosa viene a llevar el escándalo a aquella familia. Frente a ella sus tíos son la encarnación de la incomprensión, especialmente tía Elena, solterona agria y puritana. El padre Browne no puede dar solución al problema de su sobrina; su parálisis es símbolo de su ineficacia en el orden espiritual. Por fin, Rosa se suicida. Antes de expirar quiere recordar las oraciones que aprendió en el colegio, pero no consigue pasar de los balbuceos, y sólo le viene a la mente la frase « ¡Y que mañana no haya colegio!». Elena quiere cerrar el «living room», porque en él ha muerto Rosa, pero Teresa se opone a ello. Elena es el prototipo de la persona intransigente, que con su incomprensión precipita a los pecadores al abismo de la desesperación.
Pero este «cuarto de estar» es evidentemente simbólico, es una concreción de la vida, y el drama que dentro de él tiene lugar es el drama de cuando en la vida entran en colisión la realidad y la fe. Ésta es la tesis de la obra, tesis que no puede tener solución, como no la tiene el drama de Graham Greene. El autor plantea la incompatibilidad del pecado con la salvación. Para cualquier solución debe dejar de existir el supuesto del pecado. Por esto nada humano detiene el drama. Los únicos que no podemos juzgar a Rosa somos el autor y los espectadores. Únicamente Dios la puede juzgar, al igual que a Scobie, el protagonista de El revés de la trama.