Así se llama el op. 76, n. 2 de Franz Joseph Haydn (1732-1809), escrito entre 1797 y 1799. Pertenece al op. 76 que, unido con el 77, constituye el grupo mejor de la producción cuartetística de Haydn. En estos cuartetos, en efecto, la unión perfecta entre valores formales y expresivos de la música y el elemento técnico propio del cuarteto se consigue por medio de un raro equilibrio de construcción. El Cuarteto de las quintas es así llamado porque la estructura melódica del tema que lo constituye se basa enteramente en intervalos de quintas. Sobre esta repetición del inciso temático en cada uno de los cuatro instrumentos, con objeto de producir una especie de «ostinato», el autor construye el primer tiempo en admirable forma arquitectónica y contrapuntística para darnos un bloque granítico de armonía y de ritmo. Formado por dos partes con «ritornello» y una pequeña coda de dieciséis compases, estructuralmente presenta la particularidad de no seguir estrictamente la forma del clásico «primer tiempo», sino casi a manera de «rondó», cuyo motivo conductor es proporcionado por el inciso de quintas presentado al comienzo.
El segundo tiempo, aun siendo más tranquilo, no es un «adagio» como se halla en los demás cuartetos; construido en forma casi estrófica, en que cada estrofa es una variación de la otra, su parte principal es dada al primer violín, el cual puede hacer alarde de virtuosismo. Sigue un minueto en la acostumbrada forma A-B-A (la B es el trío). La primera parte (minueto) está escrita, en cambio, en forma de canon, y en ella el violonchelo y la viola repiten, a distancia de un compás y a intervalo de doble octava, la idea propuesta por los dos violines. Aun llamándose tradicionalmente minueto, este tiempo no tiene nada de tal forma y se aproxima más bien al «scherzo». Por la irrupción impetuosa de las dos partes en canon, su perseguirse, y las armonías que nacen de sus encuentros, este pasaje es llamado «de las brujas». El trío es libre, pero casi exclusivamente sobre pedal de tónica y de dominante. El último tiempo, «Finale», de carácter muy vivaz, está construido sobre el esquema clásico de la sonata. No presenta particularidades notables, pero es interesante por la variedad de los perfiles rítmicos que hacen de este último tiempo uno de los más ricos de Haydn.
R. Malipiero
Haydn fue el primero que nos enseñó el modo de escribir un cuarteto. (Mozart)
Las innovaciones de Haydn nos parecen, a distancia, muy poca cosa; pero su gracia y la simpleza de su arte conservan siempre su encanto. Sigue siendo, como Schubert, el modelo de una cualidad necesaria a los compositores: la sencillez. (Combarieu)