Cuando Florece la Vid Nueva, Björnstjerne Björnson

[Nerden ny vin blomstrer]. Comedia en tres actos de Björnstjerne Björnson (1832-1910), publicada en 1909: es la última obra de Björnson.

En casa de los Arvik no hay ar­monía entre marido y mujer; ni entre el padre y las hijas. La señora Arvik, desde hace muchos años, está por completo en­tregada a los negocios; y, con su tempera­mento exaltado, no es raro que, de vez en cuando, se enamore de alguno de los cor­tejadores de sus hijas, tratando luego de persuadir a éstas para que se casen con ellos. Los efectos son naturalmente malos: Marna, después de cinco meses de matri­monio, se vuelve a casa; Alberta se resiste tanto como puede a casarse con Tonning. que tanto le gusta a la madre por su apa­sionamiento y por sus celos. Confidente de las hijas, la madre Vive completamente en el círculo de éstas, y hasta duerme junto a ellas. El señor Arvik es como un extraño en su propia casa, un extraño al que los familiares no comprenden, en tanto que él, hombre de sentimiento y de espíritu que gusta esconderse y defenderse con la iro­nía y la paradoja, comprende perfectamente a los demás. Una tarde, precisamente des­pués del regreso de la malmaridada Mar­na a la casa paterna, el señor Arvik aban­dona furtivamente el hogar. Las mujeres, entonces, se asustan, se arrepienten, temen el escándalo y salen en su busca. En la no­che, insomne, la señora Arvik hace examen de conciencia, dándose cuenta de que ha sido ella la infiel a los sentimientos de su primer amor; y por la mañana, las hijas la sorprenden leyendo conmovida, después de tantos años, los viejos versos afectuosos del marido. En este momento poético aparece el señor Arvik; no ha podido partir.

En la escena, los sirvientes trasladan el lecho de la señora al cuarto del marido, símbolo de que la reconciliación ha tenido efecto. Jun­to a esta acción principal, se desarrollan otras. La más notable es el amor del vie­jo y fogoso pastor Hall por la sobrina Ele­na, la más joven de las muchachas Arvik; amor que da lugar a páginas líricas y sen­timentales, un tanto disonantes en la come­dia. Pero este amor no es un caso aislado: también la señora Arvik anhela la pasión violenta, única, trágica; y a su vez, el se­ñor Arvik parece enamorado de su sobrina Alvilda, la hija del pastor, con la que proyectó el viaje a Londres, al que renunciará. De estos amores de los mayores hacia los jóvenes, recibe la comedia su título, deri­vado de un verso de Goethe: «Cuando la vid vuelve a florecer, en el tonel se agita el vino», y formado sobre el módulo del título del último drama de Ibsen (v. Al despertar de nuestra muerte). Las muchachitas, a su vez, corresponden al amor de los ancianos, prefiriéndoles a los jóvenes, sea por el cálculo de una vida cómoda, sea por sentirse acariciadas y mimadas y poder ser más libres. Al sentimentalismo sensual de los hombres maduros corresponde el egoísmo de las muchachas precozmente calculadoras: situación curiosa en una co­media, cuyo declarado fin es la defensa y el elogio de la institución familiar.

Tempe­ramento polémico, tampoco en esta oca­sión se olvida Björnson de los problemas del día entonces vivos en Noruega; y así la comedia comienza con una discusión so­bre el matrimonio, entre el pastor Hall, que en un sermón ha comentado un pasaje de San Pablo, y un alegre grupo de mucha­chas que aseguran no querer saber nada de obediencias al marido ni de pedir el consentimiento de los padres para sus bo­das: cuestión entonces discutidísima en Escandinavia. Si añadimos que tampoco fal­tan tintas recargadas (el pistolero Tonning, que tiene ya en su activo la muerte de dos malayos), tendremos un cuadro completo de esta curiosa comedia que no es comedia, de sus acciones reiteradas y reforzadas, ple­na de elementos encontrados que son ver­daderamente contradictorios y heterogéneos. [Trad. italiana de E. Pocar, con el título Cuando florece la vid nueva (Turín, 1931)].

V. Santoli