Canciones de Musorgskij

Son unas se­senta composiciones para una voz solista con acompañamiento de piano que Modest Petrovic Musorgskij (1839-1881) escribió entre 1857 y 1879. También en este género, como en la ópera, se impone la absoluta originalidad del estilo de su compositor. Ya empiezan por ser nuevos en el campo del «Lied» los asuntos que el músico esco­ge: figuras y ambientes insólitos, sacados directamente de la realidad viva, la rea­lidad que para Musorgskij era siempre la base y el móvil de su inspiración. Figuras características del pueblo, miserables o ti­pos singulares son a menudo los protago­nistas de las poesías por él musicadas, de Mej, Nekrassov, Ostrovski, y del mismo Musorgskij. Como en sus obras teatrales, también en las Canciones Musorgskij se acerca al pueblo ruso para captar íntima­mente su psicología, sin disfraces retóricos. Así en «Kallistrat» (1864, con texto de Nekrassov) habla un campesino cargado de hijos y de miseria, recordando con iro­nía la canción de cuna que su madre le cantaba: «Serás feliz, vivirás contento y despreocupado». En la «Canción de cuna de Jeromuska» [«Koluibelnaja Jeromuski»] con texto de Nekrassov y en la del drama «El voivoda» [Ostrovski] de 1867, las imá­genes encantadoras evocadas por el que canta, contrastan crudamente con la mi­seria de la estancia en que el niño duer­me; en la «Bella Savisna» [«Svietik Saviüna»] con texto del autor (1868), comparece precisamente un «jurodivij» o sea uno de aquellos idiotas o inocentas típicos de Ru­sia, el cual, despreciado por todos, se ena­mora de la muchacha más guapa del pue­blo; en «Hopak» (del drama Haidamak de sevcenko) la protagonista es una cosaca que canta y danza llena de ardor; «El huérfano» [«Sirotka»] es un niño que pide limosna a los transeúntes; y en el «Píllete» [«Ozornik»] asistimos a una escena de la calle.

Si estos temas eran ciertamente inu­sitados en el campo de la lírica todavía lo eran más los procedimientos musicales adop­tados por Musorgskij. Atrevidas las armo­nías e impensados los ritmos (5/4, 7/4), cam­biantes de compás a compás. Todo esquema predeterminado falta aquí; la música va to­mando forma al ir adhiriéndose indisolu­blemente a las palabras y a su sentido. De aquí deriva la absoluta originalidad de cada canción. Lo que Musorgskij se propone es la verdad de la expresión; hace nacer su música de la palabra y está siempre aten­to a interpretar la psicología de los per­sonajes. Pero —hecho verdaderamente ex­traordinario y tal vez único en la historia de la música — a pesar de tan precisas pre­misas literarias, en estas Canciones el poder expresivo es confiado exclusivamente a la música: unos pocos acentos rítmicos, sen­sitivos contactos rítmicos y armónicos, le bastan para crear un ambiente a un tipo; el estilo es siempre personalísimo y no incurre nunca en folklorismo, ni siquiera allí donde, se sirve de algún motivo popular, como en «Sobre el Dnieper» [«Na Dnjepr»], texto de sevcenko. La invención melódica es rica, original y a menudo extremadamen­te delicada, como en «El jardín en el Don» [«Po nad Donom sad tzvjetet»], con letra de Koltzov (1868). Junto a las canciones de asunto amoroso, en las cuales Musorgs­kij no sobresale, resaltan por su origina­lidad y brío algunas canciones humorísticas: «La urraca» [«Strekotunja bjeloboka»], so­bre poesía de Pushkin, «El macho cabrío» [«Kosel»] y «El seminarista» [«Seminarist»], con texto del autor, divertida figura esta última, dibujada con mano particularmen­te feliz; a éstas acompañan algunas sátiras musicales: «El clásico» [«Klassik»] y «El barracón» [«Raok»], dirigidas contra ene­migos personales del autor y en las cuales se obtienen efectos de gran comicidad, apreciables inmediatamente por el intrínseco valor musical de la transliteración, aun sin conocer los personajes contra quien van dirigidos. (En el «Barracón» escarnece al «italómano» con su idolatría por la cé­lebre cantante Patti: «Papa-pa-ti-ti-ti»).

Un lugar absolutamente propio en la lite­ratura liederista ocupa el ciclo de cancio­nes «El cuarto de los niños» [«Dietskaja»], compuesto entre 1868 y 1872 con texto del autor. Son siete composiciones: «Con el aya» [«S njanjes»], «Al rincón» [«V uglu»], «El abejorro» [«Zuk»], «Canción de cuna de la muñeca» [«S Kuklos»]. «Plegaria noc­turna» [«Na son grjaduscij»], «El caballo sobre el bastón» [«Pojechal na palockje»], «El gato travieso» [«Kot matros»], que cons­tituyen otras tantas obras maestras por la agudeza con que se penetra en la psico­logía infantil, y la claridad con que resal­tan los personajes. Las acciones, las pala­bras, los pensamientos, las fantasías de los niños están retratados con una verdad y una comprensión tan profundas, que alcanzan las cimas de la más pura poesía. Otros dos ciclos de canciones compuestas por Musorgs­kij, ambas con versos de Goleniscev-Kutosov, son, en fin, «Sin sol» [«Bez solitza»] de 1874, seis cantos llenos de angustiosa pa­sión, y «Cantos y Danzas de la muerte» del 1875, cuatro canciones llenas de tris­teza y tragedia.

M. Dona

Nunca sensibilidad más refinada se ha traducido con procedimientos tan sencillos; esto se parece a un arte de un curioso sal­vaje que descubre la música a cada paso, trazada por su emoción. (Debussy)