Uno de los capítulos más importantes en la producción de Johannes Brahms (1833-1897) es la composición de «Lieder». En el presente artículo, bajo la palabra «Lied» o canción, englobaremos todo lo que Brahms compuso bajo los títulos de Gesange, Romanzen y Gedichte. En este sentido, el compositor nos dejó más de 50 obras, comprendiendo pequeños grupos o grandes ciclos de «Lieder» para 1, 2, 3 y 4 voces, lo que hace un total de más de 250 piezas, amén del prodigioso número de canciones populares que armonizó. Con esta gigantesca producción, situada cronológicamente después de las de Beethoven, Schubert, Weber, Mendelssohn y Schumann, se cierra la gran época del «Lied» romántico. Ninguna innovación particular ha aportado Brahms a la concepción general de este género, que tan alto florecimiento alcanzó en el siglo XIX, en su forma. Se contentó con acogerse a las principales fórmulas usuales por entonces, a saber: el «Lied» de carácter popular con estrofas y estribillo; el «Lied» nacido de la antigua «aria» y de escritura más refinada y erudita que el precedente, y el «Lied» narrativo o «balada». Siempre se apreciará la importancia que Brahms concedía a la mayoría de sus acompañamientos de piano, importancia sensiblemente mayor que en Schumann y, naturalmente, que en Schubert. Se observará igualmente que esta importancia se debe, en parte, a la escritura pianística un poco particular a la que el músico se sentía inclinado y que, a veces, revela un carácter casi sinfónico. Los textos fueron tomados de sesenta y dos poetas de lengua alemana, figurando entre ellos Achim von Arnim, Chamisso, Daumer, Eichendorff, Goethe, Claus Groth, Hebbel, Heine. Herder, Hórderlin, Gottfried Keller, Móricke, Tieck y Uhland, de un poeta francés, J. B. Rousseau, de Shakespeare, y de una veintena de folklores europeos (sobre todo de la Europa central).
Los asuntos tratados o temas literarios corresponden generalmente a los que por entonces llamaban la atención de otros compositores románticos, es decir, el amor bajo todos sus aspectos, pasando de la melancolía más desolada a la más desatada alegría; la naturaleza en sus formas predilectas del bosque, el mar y la lluvia y, finalmente, la muerte tratada siempre con espíritu religioso. Entre los ciclos más importantes, citemos todo el primero, o sea el compuesto por Brahms a los veintiún años (1854) y que se inicia con el célebre y admirable Liebestreu op. 3; las seis piezas opus 7 con Treue Liebe y Heimkehr; la gran serie de nueve lieder del opus 32, que participan del carácter de la balada nórdica; las quince romanzas llamadas Magelone- Lieder, que rara vez suelen cantarse completas y que constituyen uno de los más bellos conjuntos que nos ha dejado Brahms; los encantadores Liebeslieder Walzer para cuarteto vocal y piano a cuatro manos; las nueve piezas del opus 63, donde se encuentran Frühlingstrost, Meine Liebe y Wie traurig; los Neues liebeslieder Walzer, continuación de los anteriores; las cuatro grandes baladas fantásticas del opus 75, y, finalmente y sobre todo, la postrera composición de Brahms en el dominio de la canción: el monumental conjunto constituido por los Vier ernste Gesánge, opus 121, sobre textos de las Sagradas Escrituras y que son algo así como el adiós de Brahms a este mundo. En la esfera de la canción popular, destaquemos especialmente la importante recopilación (sin número de «opus») de los cuarenta y nueve Deutsche Volkslieder, y, para los niños, el delicioso conjunto de catorce Volkskinderlicder.