Baldo, Teófilo Folengo

[Baldus]. Poema escrito en ver­sos macarrónicos (v. Macarroneas) por Teófilo Folengo (1491-1554), con el pseudónimo de Merlin Cocai. Constituye la parte orgá­nicamente más importante de las Macarro­neas o Macarrónicas (Macarronicarum poemata). Hay cuatro relaciones de la famosa obra, desde la primera en diecisiete cantos, publicada en 1517, hasta la última, tenida como la mejor y definitiva, publicada pos­tuma en 1552, en veinticinco cantos (o ma­carrones). Tanto trabajo de lima demuestra que él género macarrónico, que deriva de la tradición risueña y goliárdica a que per­tenece, por ejemplo, el anónimo Vigonza (v.), está entendido por el autor como arte de verdad y con intentos innovadores. El poema está dedicado a las empresas de Bal­do (v.) (Baldus), héroe popular de origen ilustre, nacido en el pueblo —hoy desapa­recido— de Cipada (en Mantua), hijo de Baldovina, hija del rey de Francia, y de Guido, descendiente de Rinaldo (v.). El muchacho, educado por su madre con ayuda de un campesino, Berto Panada (Bertus Pa­nada), creció con la cabeza llena de gran­des hazañas, inspiradas por las novelas ca­ballerescas.

Su vivacidad se mostró sobre todo en las pedreas con los otros mucha­chos del lugar. Poco a poco, terminó crean­do una verdadera banda, porque se le unie­ron tres bribones y amigos de la buena vida perteneciente a la casta de famosos héroes caballerescos: Fracasso (v.), Cingar (v.) y Falchetto. Con las hazañas de éstos y las propias, Baldo, inventó una verdadera epopeya campesina y popular; pero en tan­to, por haber maltratado al hermanastro y matado al jefe de la comarca, Baldo ter­mina en la prisión. Sus compañeros consi­guen libertarlo gracias a engaños y violen­cias. En este punto, hacen su aparición en la trama del poema nuevos motivos de farsa y aventuras: primero con las burlas de Cingar que engaña a Zambello (Zambellus), hermanastro de Baldo, al que roba hasta la vaca que termina devorada por unos reli­giosos amenamente satirizados, y después con el viaje de la pandilla entera a los in­fiernos. Es vivacísima una refriega con los piratas en el mar, y pintorescos los comba­tes con monstruos diabólicos. Finalmente, los héroes llegan a una inmensa calabaza donde son castigados los que emplearon mal su tiempo en la vida, especialmente los filósofos y los poetas que son torturados por diablos sacamuelas. Llegado a este punto, el autor deja plantados a sus personajes. La obra, tanto en su estructura como en el pro­pio lenguaje macarrónico, revela un gran interés por las narraciones de gesta popu­lares y plebeyas.

Especialmente en lo tocan­te a la tradición caballeresca y a la poesía petrarquista para una mayor comprensión, véase la Zanitonella (del propio autor), ha de añadirse el intento de parodia, que da a la comicidad del conjunto un sabor más compuesto y refinado. Se la considera como la obra más significativa del género macarrónico. Entre las varias traducciones, la francesa, debida a un anónimo y titulada Historia macarrónica (Histoire macaronique), es la más ligera y más fiel al espíritu del original considerado como «prototipo» del Gargantúa y Pantagruel (v.) de Rabelais (1495-1553). [En castellano la traduc­ción o adaptación rarísima, lleva por título en el único ejemplar conocido: La Trapi­sonda. Aquí comiença el quarto libro del esforçado caballero Reynaldos de Montalbán, que trata de los grandes hechos del invencible caballero Baldo, y tan graciosas burlas del Cingar (Sevilla, 1542)].

C. Cordié

El carácter y el estilo de Merlin: un rea­lismo animado por una imaginación impre­sionable y por un humorismo inextinguible. (De Sanctis)