Divinidad femenina india de la fortuna y de la belleza y consorte de Viśṇu (v.). Según_ una conocida leyenda narrada en el Mahābhārata (v.), en el Rāmāyana (v.) y en los Purāṇa (v.), Lakşṃī nació de la espuma del mar, agitado por dioses y demonios para obtener la ambrosía.
Emergió en toda su deslumbradora belleza, como Afrodita, y llevando en la mano una flor de ninfea. Otra tradición la representa navegando sobre una de esas flores, en la época de la creación. En relación con las encarnaciones de Viśṇu, las más famosas de las cuales son las de Rama (v.) y Kṛşṇa (v.), Lakşṃī asume la personalidad de una u otra consorte del dios encarnado. Todo cuanto la naturaleza femenina puede tener de atractivo, alegre y seductor se reúne en esa diosa a la que los poetas indios invocan y recuerdan frecuentemente como perfecto dechado de la sublime y eterna femineidad, y como dispensadora de toda prosperidad a los mortales.
Es significativo, en el Vişṇupurāṇa, el himno recitado por Indra (v.) en alabanza de Lakşṃī, inmediatamente después del nacimiento de ésta de entre el seno del mar infinito: «…Sin ti los tres mundos enteros se hallaban como en ruinas, pero ahora gracias a ti son felices. Por tu mirada, oh santa, los vivientes obtienen con seguridad esposas e hijos y casa y amigos y sirvientes y riquezas y toda otra cosa. La salud, el poder, la destrucción de los enemigos, la dicha, se conceden sin dificultad a los hombres a quienes tú, oh diosa, contemplas con tus ojos…». Lakşṃī suele representarse unas veces con cuatro brazos y otras con dos y su constante atributo es una flor de ninfea.
M. Vallauri