[Saggio sulla filosofía del gusto]. Obra añadida al Ensayo sobre la filosofía del lenguaje (v.) cuando éste se publicó en la edición de 1788. Cesarotti lo envió a la Arcadia de Roma, que celebró en su honor una fiesta pastoral y le acogió entre los pastores con el nombre de Meronte Larisseo. En este ensayo se identifican, en la facultad estética o «filosofía del gusto», la potencia creadora artística y la capacidad de juzgar la obra de arte. «Nuestra filosofía concede el derecho de voto en el tribunal literario solamente a los que tienen las mismas cualidades que los autores y que no carecen de ningún órgano de los que forma el sensorio del gusto, o sea, oído armonizado, fantasía despierta, corazón pronto para responder con instantáneo estremecimiento a las menores vibraciones del sentimiento, rapidez para colocarse en la situación del autor, y celeridad en captar las ocultas señales y los fugitivos relámpagos de la expresión».
Además, tanto el artista como el crítico deben tener un «espíritu igualmente alejado de la esclavitud y de la audacia, superior a los miserables prejuicios del siglo, de la nación, de la escuela; ciudadano de todos los pueblos, entiende todos los lenguajes de la belleza, la representa sin error, la percibe bajo cualquier disfraz, no adorándola tontamente bajo una forma, sino rindiéndole homenaje bajo todos los aspectos que de un modo adecuado representen su imagen». Como se ve, en este ensayo se establece el principio de la universalidad del genio artístico, al que se reconocen como méritos principales las facultades intuitivas del espíritu. Después de establecer estas premisas esenciales, Cesarotti pasa a alabar la obra de la Arcadia y sus poetas, como los que mejor respondían al tipo de genio creador artístico que él trazó: pasaje dictado más bien por la oportunidad y cortesía que por una perfecta correspondencia con los principios rectores de su obra. La parte mejor de ésta se adscribe a la tendencia antitradicionalista y exenta de prejuicios que distingue el anterior ensayo sobre la Filosofía de los idiomas.
S. Spellanson
Aunque celebrado en su época en Italia como el hombre que «con la más pura antorcha de la filosofía había iluminado los íntimos escondrijos de la poesía y de la elocuencia», sin embargo no parece que el célebre literato y filósofo «dilettante», haya encontrado soluciones profundas y originales. (B. Croce)