[Quaestiones disputatae]. Obra de Santo Tomás de Aquino (1225-1274), escrita en diversos períodos de su vida. Los temas tratados son muy diversos, y bajo un mismo título se desarrollan cuestiones de asunto muy distinto, algunas de naturaleza teológica, otras de naturaleza filosófica y otras de ambas disciplinas; el título dado a un grupo de cuestiones depende del asunto que en ellas se trate predominantemente. Las primeras, en orden del tiempo, llevan el título De veritate; las más importantes, en efecto, se refieren a la verdad y, por lo tanto, al criterio de la certidumbre; las ideas, su naturaleza y origen; el alma y los principios de la ciencia. Como cuestiones afines son tratadas las referentes al conocimiento en Dios, en Jesucristo, en los Ángeles y en el alma separada del cuerpo, la providencia y la predestinación, el conocimiento sobrenatural debido a una acción especial de Dios en la inspiración profética y en los dones místicos; y después, por extensión, se trata de la conciencia como conocimiento de los principios de la moralidad, de la voluntad y del libre albedrío, de las inclinaciones del alma y de la naturaleza de la gracia santificante.
Las cuestiones «De potentia» se refieren ante todo a la omnipotencia divina, y después a su explicación en la creación; acto seguido se tratan las cuestiones de la necesidad o de la contingencia de la creación, de su eternidad o temporalidad. Siguen las cuestiones de la conservación, por parte de Dios, de las cosas creadas, y de los milagros como efecto del poder divino. Bajo el mismo título aparecen también desarrolladas las cuestiones que se refieren a la simplicidad divina en relación con las divinas perfecciones y las personas divinas en sus mutuas relaciones. Al mismo tiempo fueron escritas las cuestiones tituladas «De malo», en las cuales, después de las primeras definiciones generales en torno a la naturaleza del mal, se habla del pecado y de sus causas, del pecado original y sus penas, del pecado venial y de los vicios capitales, y, en fin, de la naturaleza y de la actividad de los espíritus malignos.
En su segunda época de enseñanza en París, Santo Tomás de Aquino trató las tres últimas cuestiones: «De spiritualibus creaturis», esto es, acerca de la naturaleza de los ángeles, del alma humana, de las inteligencias motoras de los cielos según la astronomía aristotélica, del intelecto agente y posible, admitidos como separados y únicos por Averroes y sus discípulos contemporáneos de Santo Tomás; «De anima», un modelo de curso de psicología medieval, en que son tratadas las cuestiones de la sustancialidad, unidad, conocimiento, espiritualidad, inmortalidad del alma humana; y finalmente una cuestión «De virtutibus» como inclinaciones del intelecto o de la voluntad, recibidas de la naturaleza o adquiridas con el ejercicio y la repetición de los actos.
C. Giacon, S. J.
La posición de Santo Tomás es una posición tan alejada del pesimismo de un Hobbes y de los teorizadores del despotismo como del optimismo absoluto de Rousseau; es una posición integralista y progresiva. (J. Maritain)