[Vie de Jésus]. Es el libro más famoso de Ernest Renán (1823-1892), publicado en 1863 como primer volumen de su gran obra Historia de los orígenes del Cristianismo (v.). Fuera del marco doctrinal y de las notas eruditas (de las que el mismo autor quiso librar la edición publicada en 1864), la obra se presenta con su verdadero carácter, que se puede llamar de divulgación: relato sencillo y evidente de cuanto parece «científicamente» creíble en la vida y en los hechos del Nazareno.
Asistimos primeramente a la formación de la extraordinaria personalidad del Hijo del Hombre, así como a la afirmación de la nueva doctrina y a la predicación en el bello país del lago de Tiberíades; al desenvolvimiento del apostolado propiamente dicho, a la creciente influencia de la palabra de Cristo y de su enseñanza, que ya tiende a adoptar formas rigurosamente doctrinales, y por fin a la lucha contra el ambiente conservador de Jerusalén, a la condena y a la muerte. En su esfuerzo por humanizar completamente la figura de Cristo, idealizando delicadamente al mismo tiempo la cruda realidad, la obra ejerció una gran sugestión y obtuvo un inmenso éxito de público, casi hasta nuestros días. Motivó también una gran cantidad de críticas, las cuales, prescindiendo de las observaciones de carácter estrictamente confesional, aparecen con frecuencia justificadas por la posición ambigua de Renán respecto a su tema y por las contradicciones en que suele incurrir a pesar suyo.
Quiere hacer una obra rigurosamente científica, según la crítica histórica positivista, y precisamente le reprochan los historiadores el haber seguido demasiado el cuarto Evangelio y el haberse mostrado excesivamente conservador. Si lo hizo por necesidad de no renunciar al elevado valor ideal y humano, y por lo tanto también histórico de la «leyenda», por otra parte es fácil observar que su narración, renunciando a lo sobrenatural, nos presenta un Jesús demasiado realista, sin milagros, y por lo tanto pierde también el sentido de lo trágico y lo sublime, para reducirse a una atmósfera agradablemente idílica y delicadamente graciosa, por lo que, por ejemplo, el fuerte episodio de la expulsión de los mercaderes del templo está empequeñecido y casi pasado por alto, y Jesús en los momentos más elevados de su enseñanza es «particulièrement aimable et attendri», pero grave y solemne.
A pesar de sus defectos esta Vida de Jesús tan célebre mantiene innegablemente una línea propia y un valor; siguiendo las huellas del idealismo germánico, mezclando a su positivismo programático bastante más relativismo inmanentista de cuanto él mismo suponía, Renan ha vertido en su libro sus ideas más queridas, las dudas, los ímpetus y las delicadas excitaciones de un espíritu profundamente religioso que no podía creer en los dogmas de una religión revelada. Su Cristo es el fundador de una religión verdaderamente universal, en cuanto viene a liberar el sentimiento religioso de las sutilezas teológicas y de las trabas de una doctrina; exige a todos los hombres la «categoría del Ideal»; renueva de arriba abajo y para siempre la moral y la vida social de la humanidad: precisamente porque impone a todos los hombres vivir en el mundo de acuerdo con una moral que no es solamente de este mundo.
Y la obra, llena de hermosos paisajes, de delicados pensamientos, de apasionadas evocaciones y de buena doctrina arqueológica y lingüística, consigue, entre tantos elementos dispares, hallar su unidad precisamente en la idea que informó en gran medida la obra de Benan: escribir una historia de las religiones, laica pero reverente, que se sustrajese por igual a los rigores de la teología como al racionalismo del siglo XVIII, demasiado crudo y limitado.
M. Bonfantini
El libro de mi amigo Renán no me ha entusiasmado. Desearía que estas materias fueran tratadas con un método más científico. Pero en virtud de su forma fácil, el mundo femenino y de los frívolos se interesa por este libro. Ello es una gran cosa y considero una gran victoria conseguir que el público se preocupe de semejantes cuestiones. (Flaubert)
…Este encantador quinto Evangelio, el Evangelio según Santo Tomás, lo podríamos llamar… (Wilde)