En su incansable actividad, San Cirilo, patriarca de Alejandría desde 412, fallecido en 444, consagró numerosos escritos a la interpretación de la Biblia. Podemos incluso decir que en lo que nos queda de la producción ciriliana la parte exegética es indudablemente la más notable.
Hubo quien dijo que, a diferencia de la tradición origeniana, la exégesis de San Cirilo es pedestre y carente de vuelos místicos. Según la frase de Ricardo Simón, San Cirilo se dedica más bien a escribir de teología basándose sobre los datos bíblicos. «Rebosante de raciocinios y dialéctica, su obra tiene algo de las elucubraciones de la teología escolástica». Señalamos entre estos escritos exegéticos los comentarios sobre Isaías (v.) y los doce profetas menores, que poseemos íntegramente.
De los comentarios perdidos sobre Jeremías, Baruch, Daniel, Los reyes, Los Salmos, Los Proverbios, El Cantar de los Cantares (v. estos títulos) se conservan fragmentos en las Cadenas. Se conserva también un amplio comentario, aunque incompleto, sobre el Evangelio de San Juan (v.). Unos fragmentos nos demuestran que San Cirilo escribió además comentarios sobre los Evangelios (v.) de San Mateo y San Lucas, sobre los Hechos de los Apóstoles, la Epístola a los Romanos (v.), las dos Epístolas a los Corintios (v.), la Epístola a los hebreos (v.), las Epístolas llamadas «católicas». Un diálogo en diecisiete libros, entre San Cirilo y un interlocutor de nombre Paladio titulado «La adoración y el culto en espíritu y verdad» quiere ofrecer una explicación del mosaísmo adecuada a la experiencia espiritual del Cristianismo. Por fin una obra en trece libros titulada «Cincelados» se propone describir las representaciones simbólicas de Cristo en las narraciones del Pentateuco (v.).
E. Buonaiuti